Capitulo 12: La tercera ficha del ajedrez

Debora se adentró en la habitación  del mismo modo en el que  se adentraba un tornado, Jack se quedo perplejo, yo no tuve tiempo de reaccionar ante aquella imagen. Debora presentaba algo como un estado de shock, tenía la camiseta atestada de sangre que  goteaba sin parar por su pantalón, tenía los ojos hinchados y no paraba de llorar, apenas podíamos entender lo que susurraba entre sollozos, estaba muy asustada, parecía indefensa.

-Jack, ayúdame por favor.

Jack no sabía qué hacer, busco desesperadamente las heridas de las que procedía la sangre de su camiseta, pero no resulto ser suya.

-Deb, ¿Qué ha sucedido, de quien es toda esa sangre?, Deb escucha, dime que ha pasado, vamos pequeña, tranquilízate y dime de quien es toda esta sangre.-Intentó desesperadamente saber lo que había ocurrido.

Debora seguía temblando como si hubiera salido de una película de terror.

-Es de esa niña la hermana del chico con el pelo largo-Balbuceó entre sollozos. Yo solo fui a buscar a Keith, enserio, no tenida ni la menor idea de que iban a estar allí,  cuando llegue al Deily había unos tipos muy extraños, Keith les pidió que me dejaran  marchar, repitió varias veces que yo no pintaba nada allí, pero se opusieron  y me obligaron a entrar dentro. Hablaban de una suma muy elevada, cerré los ojos por un instante y cuando los volví a abrir tenían a una niña pequeña en brazos, Leo se abalanzo sobre aquel tipo y lo único que recuerdo después es a Keith que me entrego a la niña, me dijo que fuese al hospital y que por nada del mundo volviese allí, yo cogí a la niña  y salí corriendo como pude de allí, por favor Jack, sálvala.-Gritó llorando.

-¿Donde está Lúa?-dijo Jack algo nervioso.

-Está en mi habitación, sé que tenía que haberla llevado al hospital, pero yo  estaba muy asustada.

-Deb, ve a la habitación de papa  abre la caja fuerte y saca dinero, no saques una suma muy elevada que se dará cuenta, y tu Nath vete a la habitación de enfrente y coge a Lúa, llevarla al hospital, yo iré al Deily a ver que está pasando, luego os veré en el hospital. Ni se os ocurra aparecer por allí. ¿Entendido?

Las dos asentimos a la vez. Quise despedirme pero comprendí que esta no era ni la situación ni el momento de una despedida.

Obedecí rápidamente , cuando entré en la habitación  supuse que era el cuarto de Debora, la habitación estaba completamente ordenada,  repleta de enormes armarios y estanterías, y estanterías llenas de perfumes, gafas de sol, pañuelos, collares y millones de complementos, al fondo  de ese cuarto de ensueño había una vitrina con el cristal rosa trasparentado  en el que se veían millones de zapatos, en el escritorio solo yacía un portafotos de color azul celeste en el que descansaba el retrato de una mujer muy bella, deduje por mis previos conocimientos de la situación de Jack y Debora que sería su madre. Al fondo de la habitación, en la cama, yacía inmóvil el cuerpo de la pequeña Lúa,  la cogí en brazos rápidamente, temí haber llegado demasiado tarde pero su lenta  respiración me alerto de que todavía podíamos salvarla. Bajé como pude esas lujosas escaleras y entré en el coche de Debora, me senté en el asiento delantero y  abrace a Lúa como pude, no podía comprender todavía como le podía pasar algo así a una criatura tan pequeña. Recordé viejos  tiempos no tan lejanos en los que tuve que cambiarla los pañales, recordé su pequeña sonrisa y esos ojos preciosos que me miraban con intriga el primer día.  Abracé  de nuevo con todas mis fuerzas aquel cuerpo inconsciente que tenía entre mis brazos.

 -¿Crees que se pondrá bien?-me preguntó Debora sollozando.

-Seguro que sí, no te preocupes todo saldrá bien, ¿A dónde ha ido Jack?

-Se ha ido al Deily.

-¿Crees que lleva el  móvil?-pregunté ansiosa de saber una respuesta positiva.

-¿Le quieres verdad?

-¿Por qué me preguntas eso ahora?

-Por qué os veo enamorados, no es como Keith y yo, él nunca ha estado enamorado de mí, yo le  quiero y quiero que este junto a mí, pero él nunca querrá estar con alguien como yo. Sabes, he estado pensándolo y quería ir a pedirle perdón, quería decirle lo que siento por él  y dejarle en paz, sé que él no me quiere, tampoco soy tontita,   podría cambiar por él, me gusta de verdad, para mí el significa mucho.

-No te voy a mentir Debora, él no te quiere, no del mismo modo que tú a él,  pero porque no le das razones, eres una creída,   una prepotente, parece ser que en tu mundo solo existes tú y tu manía por amargarle la vida a los demás ¿Cómo quieres que sienta algo por ti?

- Pero...

-El no necesita que hagas nada por él, hazlo por ti misma.

Esa fue la última palabra del trayecto, ella siguió  conduciendo como si la conversación nunca hubiera sucedido. ¿Sería posible que Debora cambiase?  No lo creo. Llegamos al hospital y metieron a Lúa en la UVI, tuve que explicarle tres veces a Debora que la UVI era la unidad de medidas intensivas. Esperamos durante horas sentadas en los incómodos bancos del  estúpido hospital .Cuando el médico salió nos levantamos rápidamente y nos dirigimos hacía el.

-¿Cómo esta doctor?-Preguntamos a dúo.

-Bueno pues está en estado grave, he dicho grave no critico, no confundáis. Parece que sí que saldrá de esta, solo la hace falta reposar y unos buenos cuidados, con estas condiciones en dos semanas podrán salir del hospital. Pero que se recupere del todo llevará algo más de dos semanas.

Debora  y yo nos miramos sonrientes e hicimos el amago de darnos un abrazo, pero volvimos a la realidad y nos acordamos de quienes éramos. Debora  y Nathaly enemigas comunes por dios sabe el que.

-Bueno chicas ha venido la policía para haceros un par de preguntas, luego podréis ir a ver a la pequeña.

Nos miramos anonadadas una a la otra ¿Un par de preguntas? ¿Qué pintaba la policía en todo esto?

-Hola chicas, soy el agente Godrow Moore, seguidme.

-Bueno chicas, os preguntareis a que se debe nuestra visita, pues veréis, llevamos unos meses siguiendo el caso de las estafas de los Zeterstrons, no sé ni cómo ni por qué vosotras dos estáis en medio de todo esto. ¿Alguna de las dos podría explicarme que está pasando?

Miré a Debora con una mirada penetrante ordenándola que cerrase la boca, ella por una vez en su vida me hizo caso.

-Muy bien, asique no habláis, de acuerdo, o por las buenas o por las malas, vosotras lo habéis querido. ¿Quién es esa niña?

-Es mi hermana pequeña.-contestó Debora.

-Con que tu hermana pequeña dices, de acuerdo ¿y qué hace tu hermana pequeña en la unidad de medidas intensivas con una puñalada en la espalda?

-No es une puñalada-respondí.

-Estábamos jugando en casa y se tropezó con el armario de los platos, todo el armario se desplomos casi encima suya y salió herida, no hay ningún misterio en todo esto.

-Solo una pregunta más.

-¿Qué es lo que quieres? Creo que ya tenemos bastante por hoy.

-¿Dónde están tus padres mona?

-Pues mi padre está en un viaje de negocios que dura como mínimo dos semanas, y bueno mi madre descansado en paz en algún lugar.

-¿Puedes decirle a tu madre que me llame cuando pueda?

-¿Es que no entiende la ironía agente? mi madre está muerta, no creo que haya cobertura donde quiera que este. ¿Y para esto pagamos impuestos?-Gritó.

-Debora vámonos-dije mientras tiraba de su mano en dirección a la habitación en la que permanecía Lúa.

Entramos en ese cuarto reducido  y me entraron ganas de vomitar,  de nuevo esos colores grisáceos sucios que me producían un extraño dolor de cabeza. Me acerqué lentamente hasta la camilla en la que reposaba aquel cuerpo inmóvil, ver esa imagen me produjo unas intensas ganas de llorar, nunca me hubiera podido imaginar una escena así, pensé en Leo  y en cómo se sentiría el ante todo esto y no pude evitar dejar caer un par de lagrimas por mis frías mejillas. Me senté en la silla que estaba junto la camilla, al principio intenté concentrarme en Lúa,  pero el  cansancio invadió mi cuerpo y no pude evitar cerrar los ojos.

Cuando desperté  lo primero que vi fue a Debora, me di cuenta de que ya no estaba en la habitación de Lúa, estaba en el pasillo tumbada en los brazos de alguien, por un momento creí estar en los brazos de Jack  y sonreí en mis adentros, mire hacia arriba y me encontré una sorpresa. Estaba tumbada en los brazos de Keith, le miré un poco desconcertada pero él me respondió con una sonrisa.

-Shh, duerme Nath, descansa, todo está bien.

-¿Donde estas Jack?-Pregunté aun algo dormida.

-Le están colocando la mandíbula-dijo en tono burlón- y el tobillo, el muy imbécil se ha torcido el tobillo.

-¿Qué se ha roto el que?-pregunté sobresaltada.

-Estate tranquila, está bien,  duerme, por la mañana podrás verle.

-¿Estáis todos bien?

-Si, tranquila, lo importante es que tú estés bien. Mañana Jack te lo contara todo, no te preocupes, Leo esta con su hermana, le han dado unos cuantos puntos en los labios  pero nada grave, tendrías que ver la cara que se le quedo a Debora cuando leo dijo que era su novio para poder entrar a ver a su hermana.

Keith me siguió contando cosas pero no me conto nada de lo que había pasado esa noche. Hacía mucho que no hablaba con Keith de ese modo, volví a sentir esa ternura con la que siempre me hablaba, volví a notar ese cariño con el que me trataba, de nuevo sentí como todo volvía a ser como antes.

Cuando desperté me sentí perdida, después de buscar respuestas en mi mente aun apagada me di cuenta de que estaba en la habitación de Jack, al instante mire a mi lado  deseando que Jack se encontrase a mi lado pero no había ni rastro de él. Me levanté de la cama y salí al pasillo, baje las escaleras con mucho cuidado con miedo de despertar a alguien. De la cocina venía un olor delicioso de café recién hecho y tortitas de fresa, me acordé de mi infancia, de cómo desayunaba esas tortitas en el porche junto con mis padres, recordé aquella sonrisa y esos ojos que no veía desde hacía mucho tiempo y por una vez desde que estaba aquí eche de menos la presencia de mi padre.

-Veo que ya te has levantado princesa.-dijo Debora sonriéndome.

-¿Que hago aquí, donde están todos?

-Nos trajo Keith  y  le ayudé a acostarte, él también se ha ido a casa, Leo pasó la noche con lúa, y Jack esta en el hospital, te lo puedes creer, el muy imbécil se ha torcido el tobillo...

Desayuna y date una ducha, puedes buscar en mi armario algo que te valga e iremos al hospital, he quedado dentro de una hora con Keith en la plaza de Terra mar, espero que estés lista.

 No dije nada, ¿Desde cuándo Debora era tan amable con migo?

Desayuné sin privarme de nada, llené mi estomago del elixir de la vida, también se puede llamar café en otros sitios,  y no dudé en atiborrarme  de tortitas. Cuando terminé me duché, con algo de vergüenza entré en la habitación de Debora y cogí prestados unos pantalones vaqueros y una camiseta muy sencilla, pero cuando me vio me obligó a cambiarme. Me dio unos shorts muy cortos y una camiseta escotada, dijo que a Jack le gustaría mas así, yo no la hice mucho caso, no me sentía a gusto con esa ropa, pero me daba igual lo que llevar puesto, solo quería ver a Jack.

En el trayecto del coche intenté no hablar con Debora, evité todas sus miradas e intentos de entablar una conversación y por una vez tuve éxito. Intenté pensar en todo lo que había ocurrido ayer por la noche, encajar cada momento, cada palabra, cada sentimiento,  todo parecía un sueño bonito que se volvió una pesadilla.

 Llegamos a Terra mar y allí estaba Keith, esperando al lado de la fuente. Salimos del coche y  Debora se quedo inmóvil junto a él.

-Es todo tuyo mosquita muerta, anda ve y habla con él.

Corrí hacía Keith lo más rápido que pude y le abracé con todas mis fuerzas.

 -Se acabó, todo se ha acabado.-dijo Keith sonriente.

-¿El que se ha acabado? –pregunté intrigada.

-Me ha dejado en paz, ayer me dijo que me dejaba , sabes , ella a mí, me dijo que no me quería y que nunca me había querido, que yo era el culpable de su soledad y que la he hecho perder el tiempo ¿Te lo puedes creer?

-Nunca cambiara. -le dije riéndome.

-Nath, ahora que esto ya se ha acabado tengo la necesidad de hablar contigo seriamente, no creo que pueda aguantar más, tengo que decírtelo.

-Keith, por favor deja las cosas como están.

-Nunca te han dicho que luchar contra tus sentimientos es inútil.

-¿Por qué ahora Keith?-Pregunté aterrada imaginándome lo que me quería decir.

-Porque necesito que lo sepas.