Jack seguía mirándome, sin apenas parpadear.
-No le he contado esto a nadie.
-No tienes ninguna otra opción, no voy a pasarme media hora
de viaje en silencio, un silencio incomodo ya que tu decidiste que la mejor
manera de “protegerme”-realcé el tono para destacar la palabra- fue engañarme
delante de todo el instituto con la meretriz del equipo de fútbol.
-Vaya carácter tienes.-Susurró.
Lo miré poniendo cara de desprecio, lo intenté con todas
mis fuerzas, no sé qué vería en ella, pero comenzó a hablar.
-Pocas veces discutimos, es algo que escasa vez verás,
claro que cuando nos enfadamos el enfado dura algo más de un par de horas…
Llevábamos tres días sin hablar, una noche, en la que el
aburrimiento era dueño de mis horas, decidí salir, me habían hablado muy bien
de un club que había en el centro, un edificio de 5 pisos. En el último piso
había un casino, no me paré en ninguno de los anteriores, solo se trataba
de discotecas con música de moda y niñas de catorce años dando saltos en todas
direcciones.
Este no era un club como los demás, lo supe en cuanto
entré. Sonaba “Main star” de Lucas Pryde en el momento en el que se
acercó, se llamaba Leo, hablamos un poco y en poco tiempo me
demostró su simpatía y se ganó mi confianza. Nath, si hubiera sido un día
normal, una situación normal, nada de esto hubiera ocurrido, simplemente
me sentía solo, no tenía con quién hablar, llevaba tres días sin intercambiar
una palabra con nadie. Leo me invitó a jugar con él. Al principio solo apostaba
él, pero al ver que siempre ganaba me animé, la primera vez perdí, pero con las
esperanza de recuperar lo que había perdido aposté una segunda vez. La deuda se
hizo seis veces más grande, comencé a ponerme nervioso, toda la sala nos
miraba… Se nos acercó un hombre y nos invitó de una manera muy peculiar a pasar
a una habitación que había en el fondo de la gran sala. Estaba asustado, no te
puedes imaginar cuanto, tampoco te puedes imaginar la de barbaridades que se me
pasaron por la cabeza durante aquellos cortos pero largos segundos que duró el
trayecto.
Entraron dos hombres, no parecían empleados del casino,
cosa que me sobresaltó aún más, Leo no parecía tan asustado como yo, permanecía
inmóvil a mi lado. Nuestra conversación con aquellos tipos no duró mucho, el
trato fue claro, nosotros trabajaríamos para ellos hasta saldar la deuda.
-Ya hemos llegado, mi plan es muy sencillo, cogeré a
Lúa y la intercambiaré por Keith, es la única debilidad de Leo.
-¿Tan mala ves la situación?-Pregunté asustada.
-Siento haberte metido en esto, te lo digo con franqueza,
este no era el plan.
-¿Tienes un plan para todo?
-Habitualmente.
-¿Funciona siempre?-Pregunté dolida.
-Habitualmente-Volvió a responder.
Miré por la ventana y vi una pequeña casita rodeada de un
césped muy bien cuidado, era de un color rosado que calmaba mucho el ambiente.
Frente a la ventana principal que estaba iluminada yacían dos pequeñas figuras,
no me alcanzaba muy bien la vista pero pude distinguir que se trataba de dos
muñecas. En el porche había una pequeña bicicleta de color rosa, del manillar
colgaba un casco, esa imagen me traía tantos recuerdos… ¿Cuántas veces
cuando tenías ocho años has deseado crecer y ser mayor? ¿Y cuántas veces con
dieciséis has deseado volver a ser pequeño?
- No, Amber escúchame, a ver, no me has
entendido. Leo esta noche no puede ir a casa y me ha pedido que me lleve a Lúa
conmigo, si, si, mañana va a recogerla por la mañana… ¿En el parque azul? en 20
minutos estaré, un beso, hasta ahora.
- ¿Con quién hablabas? -Dije intrigada.
-Con la niñera de Lúa, están en el parque, te dejaré aquí,
deberíamos comprar algo para cenar.
-¿Qué quieres que compre?-Me
desconcertó.
Me tendió la mano con un billete de 20 dólares, en
cuanto cerré la puerta arrancó bruscamente el coche y en cuestión de segundos
lo perdí de vista. Entré en la cafetería, todas las personas que estaban dentro
del establecimiento se me quedaron mirando como si fuera un mono de
feria. La cafetería estaba dividida en dos, había un apartado con una barra y
mesas de café y en el otro lado había como un pequeño súper Market, intenté no tardar
mucho .Cogí lo primero que vi sin olvidarme
de la leche para la niña, en la cafetería cogí un par de cafés , pagué y
rápidamente salí a fuera y me senté en el bordillo frente al pequeño
establecimiento. Pasaron veinte minutos hasta que Jack llegó.
Entré en el coche sin mirarle, le tendí la bolsa y me
acomodé en el asiento.
-¿No vas a mirarme?-Se dio cuenta.
-¿Es necesario?-Pregunté.
Me miro durante unos segundos, tras ver que yo
ignoraba su mirada arranco el coche y puso rumbo al Deily.
Cuando volví a abrir los ojos estábamos a punto de llegar.
Jack sacó con mucho cuidado a Lúa, la acostó en la cama y puso alrededor
un par de almohadas para que no se callera.
-Nath, coge tus cosas te llevaré a casa, si tus padres por
la mañana no te ven en casa se enfadaran.
-Sí, será mejor ¿Quieres que traiga algo mañana?
- No, no quiero nada.
Salí de la cama impulsada por el olor de tostadas recién
hechas, baje corriendo acompasando mi velocidad con el hambre que tenía.
-Nathaly hija ¿A qué hora llegaste ayer?
-Ah, eso, buenos días mama, llegué a las dos, estuve
estudiando hasta muy tarde en la biblioteca.
-¿Las bibliotecas en California cierran a las
dos?-Preguntó alguien desde el salón.
-Cariño, seguro que a tu edad las bibliotecas también
cerraban a las dos-Le dijo mi madre con tono burlón.
- No es lo que estás pensando mama.-Le contesté satisfecha
al no mentirla, no tenía nada que ver con lo que mi madre estaba pensando.
-Nath, me ha dicho tu padre que le llamaras que quería
hablar contigo.
-¿He hecho algo malo?-Pregunté comenzando a ponerme
nerviosa.
-Llámale quieres.-Contestó mi madre.
-Me voy mama, tengo clase.
No sé si había colado, pero tampoco tenía mucho
tiempo para averiguarlo, cogí mi mochila que ni la había deshecho y me fui al
instituto, llegué demasiado pronto y obviamente la puerta principal
estaba cerrada, salté como pude y conseguí llegar al patio trasero sin que
nadie pudiera verme. Cuando entre en el Deily solo pude ver a Lúa , Jack
no estaba en ninguna parte, la niña estaba despierta en la cama viendo la tele
y jugando con un juguete, me pareció muy irresponsable por parte de Jack
haberla dejado sola.
La cogí en brazos y note un olor muy extraño, más que
extraño era un olor muy repugnante, entonces me di cuenta de que lo que
provocaba ese olor era su pañal, busqué la bolsa de los
pañales y vi que solo quedaba uno, la tumbe en la cama y la quite
el pañal, lo que vi a continuación, fue un poco desagradable. Nunca había
cambiado ningún pañal, no me hubiera imaginado nunca que fuera tan
desagradable, la limpie como pude y con cara de asco la puse el otro pañal, no
había reparado en que Jack ya había llegado y en que me estaba mirando desde
hacía un buen rato.
-Oh Nath, pareces hasta profesional.
-Ah , asique eso es lo que crees, pues no la pienso
cambiar nunca más, eres un cerdo ¿Desde cuándo llevas ahí? me podías haber
ayudado.
-Desde que las has empezado a quitar el pañal, ha sido muy
gracioso verte haciendo de niñera, he ido a comprar el desayuno, la niña tenía
hambre y cuando me he ido estaba durmiendo, ¿Por qué has venido tan pronto?
-Porque estaba preocupada por…preocupada por la niña.
No sabía si era buena idea dejarla contigo a solas.
-Por la niña, entiendo, no será que tenías ganas de
verme.
- No Jack , eso no es, tranquilo.
-Sabes que aquí no molestas ¿Quieres un café?
hay bollos de chocolate, de los que te gustan.
-Jack, esto no es así de fácil, no puedes hacer como si no
hubiera pasado nada, me hiciste daño, y eso no se arregla con un café con
bollos de chocolate.
-Sé que no puedo hacer como si nada pasara, eso es lo que
pasa, que pasó
,no era mi intención
hacerte daño, no hubo otra opción.
-¿Que no hubo otra opción? ¿Cómo que no hubo otra opción?
No me podías haber explicado todo, todo desde el principio, no lo entiendo,
creía que esta vez era algo real.
Estaba muy furiosa, cada vez que intentaba hablar con él,
él lo estropeaba. Al intentar dar la vuelta tropecé con una silla y caí al
suelo , todo estaba borroso y dando vueltas, intenté levantarme pero cuando
apoye el pie sentí un inmenso dolor, lo volví a intentar y solté un
pequeño gemido, dos de los segundos más largos de mi vida.
-Nathaly ¿Estás bien, te ayudo?-dijo Jack con voz de
preocupación.
-No Jack, no necesito tu ayuda.
-Creo que te has torcido el tobillo en serio, déjame ver.
-No, en serio, déjame, tengo que ir al instituto,
déjame en paz.- Hice un último intento, conseguí ponerme en pie, pero al
intentar dar un paso sentí como mi cuerpo perdía otra vez el equilibrio y caía.
Esta vez no llegué a caerme, Jack me cogió a pocos centímetros del suelo,
me tenía allí en brazos, mirándome, y ninguno de los dos era capaz de decir
nada. Entonces vi como cerraba los ojos y acercaba los labios muy cerca de los
míos, con el intento (fallido) de liberarme de sus brazos, hice que resbalara,
los dos quedamos en suelo, por suerte, yo no me hice daño, caí encima de él.
El momento fue muy incómodo, allí estábamos los dos,
tumbados en el suelo, su mirada estaba clavada en la mía, yo no sabía qué hacer
ni que decir, estaba anclada al suelo. Intenté moverme, pero mis piernas
estaban paralizadas, le miré y pude observar aquella tristeza en sus
ojos, le había visto muchas veces triste, sobre todo cuando pasó el accidente
de Keith, pero nunca había visto ese dolor en sus ojos. Traté recordar su
sonrisa, intenté recordar algún momento de felicidad, solo tuve que cerrar los
ojos para ver su rostro en mi mente, divisar esos labios carnosos que se
curvaban convirtiéndose en una sonrisa, esas líneas perfectas que se le
formaban en las mejillas. Esa forma tan cariñosa que tenia de mirarme, el
escalofrió que recorría mi cuerpo cada vez que su mirada coincidía con la
mía…Pero todos esos recuerdos poco a poco se iban nublando mientras mi
odio se apoderaba de su alma.
-Nath, deberías ir al médico, me parece que no estás bien,
llevas cinco minutos encima mía sin moverte y mirando al suelo, deberías empezar
en preocuparte por buscar un psiquiatra.
-Lo siento.-Me limité a decir mientras me apartaba de él.
-Nathaly Kimbrock, cuando entenderás que no me importa
tenerte encima, pero querría pedirte un favor.
-¿Qué quieres?- dije intrigada y dispuesta a escucharle
atentamente.
-Bueno pues, que en estas situaciones me gustaría a
mí estar encima sabes, para que funcione mejor la cosa y eso -me susurró
mientras que me guiñaba un ojo.
-Me sacas de quicio.
-Es cuestión de tiempo que me perdones.
-¿Cómo te atreves a decir que es cuestión de tiempo que te
perdone?
-Mira, por mucho daño que te haya hecho sabes que me
deseas al igual que yo a ti.
-Yo a ti no te deseo, me repugnas, es como si no te
conociera.
-Alguna vez tendría que salir mi parte mala, los dos
sabemos que darías lo que fuera por que ahora te besase.-dijo con una sonrisa
picarona.
-Ni lo sueñes Ryan, eso es lo que tú te crees -le
dije muy convencida con la mirada perdida.
-¿Segura? -me pregunto en bajito.
-Sí -le dije, por mucho que ambos supiéramos que yo
deseaba besarle.
-Bueno, entonces si yo te hago esto no sientes nada-me
decía mientras que me cogía de la mano y me acercaba hacia él, me rodeaba con
sus brazos por debajo de la cintura y clavaba su mirada
intensamente en mis ojos.
-No, no siento nada-volví a mentir.
-¿Y si hago esto? -Preguntó una vez más mientras poco a
poco lentamente se acercaba cada vez más a mí, me cogió la
mano y la levantó junto con la suya, enlazo sus dedos entre los míos, y
unió nuestras manos, a continuación la levantó hacia arriba junto con la suya
apoyándola con bastante fuerza en la pared, y procedió a hacer lo mismo
con la otra mano, dejándome así, inmóvil.
-Jack suéltame.
-No Kimbrock, solo voy a hacer una cosa, si no quieres
hacerlo, solo tienes que decir para, entonces yo te soltaré, pero si dices
“para”, significa que entre nosotros ya no habrá nada, podrás irte, no
volveré a buscarte, y nuestras vidas irán cada una por su camino. Te dejaré
en paz, no intentaré ser tu amigo, será como si nunca nos hubiéramos conocido.
Si decides dejarme no te voy a suplicar.
No sabía qué hacer, lo que sí que sabía era que
no podía alejarme de él ¿Cómo se puede alejar de una persona así sin más?
Jack me miró a los ojos, yo todavía no había decidido lo
que iba a hacer, el vio que yo estaba confusa, no había duda de que él también
lo estaba, apretó fuerte mis manos contra la pared y una vez más me dijo:
-¿Me quieres o no?
-Jack, esto no es tan fácil como tú crees, sabes que yo te
quiero pero, no confió en ti, la cagaste, y mucho-noté como se le humedecían
los ojos.
-Si te quieres ir, puedes, te soltaré y será como si nada,
como si nunca nos hubiéramos conocido. Vio como poco a poco mis ojos se
humedecían y mi rostro se ahogaba en pequeñas lágrimas que caían
lentamente por mis mejillas rosadas.
-Jack, yo. -Dije llorando.
-No hace falta que digas nada, entiendo y respeto tu
decisión. Solo quiero una última cosa.
-Dime.-dije yo en un susurro.
-Dicen, que el beso más difícil, no es el primero, sino el
último-Le miré confusa- me gustaría besarte por última vez.
Yo no sabía qué hacer, esto era una decisión muy
difícil, sería el final... Él soltó mis manos, levanté la cabeza y le
miré, cerré los ojos con dificultad ya que estaban inundados por lágrimas,
me acerqué poco a poco a él y junte mis labios con los suyos por última
vez, el beso fue frío, nunca había sentido una sensación tan helada, puedo
hasta decir que me dolió, era como comerse un polo en pleno enero. Iba a
tener razón, el último beso era el peor, el más difícil, aquel que marcaba el
final, ni más caricias, ni más abrazos, como si no nos hubiésemos conocido, sin
más sentimientos, sin más palabras, sin más razones, el final.