Una chica como otra cualquiera,
El chico mas popular del instituto,
Un mundo totalmente diferente que les separa.

31/10/11

Capitulo 22 : O´Connor



Me quedé en blanco, tengo una imaginación de la que no puedo quejarme pero odio que me deje tirada cuando más la necesito. Hice una mueca para empezar pero esta vez mí mala suerte decidió tener lastima y se compadeció de mí. Salvada por la campana, o algo por el estilo.
-¿Quién es?-Pregunté disimulando. El teléfono de Debora estaba sonando.
-¿Keith?-Se preguntó Debora a sí misma- ¿Qué querrá él de mí ahora?
-Cógelo Debora, ahora entiendo porque tardas tanto en coger el teléfono...-Reí.
-¿Por qué?-Pregunto Debora confusa.
-Hacer una estimación de posibilidades de lo que una persona puede necesitar de ti cuando te llama gasta tiempo, aunque no lo creas.
-Sabes que acierto la mitad de veces-Contestó orgullosa.
-Cógelo... –Dije desesperada.
-¿Sí?-Contesto Debora con tono coqueto-¿Qué es lo que quieres de ella? –Preguntó  en tono ya no tan coqueto.
Debora se quitó el teléfono de la oreja y tapo el auricular.
-¿Es que tú no tienes móvil?-Preguntó enfadada.
-Sí, es solo que...
-Toma- Me dijo Debora mientras que me tendía el teléfono de malhumorada.
-¿Sí?-Respondí con un susurro casi insonoro. 
-Nathaly Kimbrock-Respondió Keith.- ¿Por qué susurras?
-No lo sé-Contesté haciéndome la misma pregunta.
-Me has bloqueado las llamadas, ¿Te has vuelto loca?- Susurró Keith con voz de cachorrito degollado.
-Me tengo que ir-Mentí- Ya hablaremos después ¿Vale?-Colgué el teléfono y me sentí un poco aliviada, pero el malestar que aquella situación había causado en mí estómago seguía presente.
-No te vas a ir sin darme una explicación- Dijo una voz en algún sitio.
Miré el teléfono de nuevo para asegurarme de haber colgado, al comprobar que así era me di la vuelta un poco asusta. Allí estaba, me había tendido una encerrona de las buenas, y de esta ya sí que no tenía ni idea como salir. 
-¿Me darás una explicación ahora?-Pregunto cabizbajo.-No importa, llamaba para decirte que voy a hablar con  Jack, no tengo porque mentirle más, estoy seguro de que lo acabará entendiendo. 
-No lo hagas, por favor, –Le supliqué.
-¿Por qué te importa tanto?-Preguntó.
-Jack la preguntara si siente algo por ti, ese es su problema. Ella no va a poder mentirle de esa manera.- Contestó Debora por detrás.
-No te metas en esto-Pidió Keith algo furioso.
-Solo venía para decirte que me marcho  ya, tengo asuntos que atender en la ciudad ¿Vienes conmigo?
-Keith yo… -Intenté arreglarlo de alguna manera- Lo siento- Esas fueron las únicas palabras que salieron de mí boca.
-Yo también ciento que haya tenido que salir de este modo.- Keith se acercó a mí y me seco con la manga de su jersey las pequeñas lágrimas que habían brotado por encima de mis mejillas. Se despidió con un simple  y tierno beso en la mejilla.
No pude evitar colocar la mano sobre mí cara cuando se marchó, la parte de mí rostro que fue tocada por sus labios comenzó a arderme, el contorno de su boca sellado en mí cara abrasaba haciéndome sentir el calor y rencor que me había transmitido en aquel beso como si se tratara de una despedida para siempre.
-Vamos, voy a presentarte a alguien.-Dijo Debora  intentando animarme.-Tranquila, se le pasara. Límpiate las lágrimas sonríe y sé tu misma, le encantaras… 
-No quiero conocer a nadie Debora, no ahora.
-Solo te ha visto una vez y ya le encantas, dale una oportunidad.
Nos acercamos de nuevo a la cafetería cercana a la boutique de Lila, me señaló a un joven que permanecía de espaldas haciendo algo con su Ipad.
-¿Quién es?-Pregunté sintiendo algo de curiosidad.
-Parker-Gritó Debora- ¿Es esta la chica guapa a la que querías conocer?
El joven volteó la cabeza y una sonrisa se formó en su cara, sus mejillas comenzaron a  volverse rosadas cada vez que nos acercábamos más a él.
-Nunca pensé que me harías pasar tanta vergüenza, esta te la guardo Debora.
-De acuerdo –Contestó orgullosa.-¿Pero es ella?-Volvió a preguntar con una risa picarona.
-Es.-Fue lo único que dijo.
-Nathaly Kimbrock.-Me presenté extendiéndole la mano.
-Yo me llamo Parker O´Connor.- Contestó rechazando mí mano y acercándose para saludarme con un beso en la mejilla. La quemadura que había sellado Keith con sus labios en mí rostro desapareció.
-Es un amigo de Erik, le conocí en uno de mis muchos viajes con él, por cierto ¿Qué te trae de nuevo por aquí?, la última vez que viniste saliste algo mal parado.
-Trabajo, tengo asuntos importantes entre manos, negocios, ya me entiendes.
Le miraba confusa si nada que decir, ¿Cómo un chico tan joven y guapo podía estar metido ya en negocios como si se tratara de un empresario cuarentón obsesionado con el dinero? Aquel chico rubio tan atractivo había conseguido llamarme la atención lo bastante para que no dejase de mirarle. Era imposible pasar por alto la belleza de sus ojos, el color azul hacía que su mirada fuese penetrante, atractiva y muy segura de sí misma. Aparentaba ser bastante mayor, pero no por signos de vejez si no por su figura esbelta y musculosa. Se notaba que era un chico deportista, su silueta se marcaba perfectamente en el contorno de su camiseta. Su sonrisa era perfecta y su labios inevitablemente apetitosos. Pensé durante unos segundos en la descripción que le estaba dando a Parker y se me vino un parecido a la cabeza, parecía que estaba describiendo a Bob esponja. Parker parecía el típico chico del que te enamoras solo por su físico. Llevaba puestos unos vaqueros simples y desgastados, claro que eso vaqueros viejos y desgastados eran un modelo nuevo y moderno que seguramente habían costado un dinero absurdo e inimaginable. Me llamo muchísimo el reloj que vestía su muñeca izquierda, recordaba haberle visto en algún otro lugar, pero no sabía dónde.
-Bueno Parker, la parte de mí trato ya ha sido cumplida, es tu turno.-Dijo Debora con una sonrisa de oreja a oreja.
-Siempre consigues lo que quieres eh, eres un bicho horrible.-Dijo Parker con una sonrisa, después saco su móvil, tecleo una contraseña estimadamente de medio kilómetro  y buscó entre sus contactos. –Apunta guapa, seis, nueve,  cinco cinco , cuatro cuatro, cinco, nueve, siete. Es su número de móvil, espero que Erik no se entere de que te lo he dado yo.
-No lo hará, por eso no te preocupes-Dijo mientras lo abrazaba-Me marcho chicos, mañana nos vemos, Lila enviara los vestidos a mí casa, así que pásate sobre la seis y nos los probamos. Pronto es la gran noche.
-Espera Debora-Le grité sobresaltada- ¿Cómo se supone que debo volver a casa?
-Parker te llevará, era la segunda parte del trato, lo siento, necesitaba conseguir ese número.-Me dijo mientras que desaparecía por las enormes puertas del centro comercial.
-Traidora-Grité en alto.
Volvió a asomarse por la puerta y grito:
-Cuídala, todavía es virgen.
Hice una mueca con la intención de decir algo y defenderme pero después comprendí que era mejor no volver a empezar una guerra con Debora. Volví a intentar llamar a Debora para que no me dejara allí con el chico desconocido, pero fue un tanto inútil.
Miré a Parker buscando una alguna respuesta, este comenzó a andar.
-¿A dónde vas? –Le pregunté.
-Me marcho, ya he acabado todo aquí.
-¿Cómo?-Pregunté anonadada-¿No se supone que ibas a llevarme a casa?
-¿Me estás pidiendo que te lleve a casa?-Preguntó con una sonrisa.
-No-Contesté orgullosa.
-De acuerdo pues entonces puedes coger el bus, o el metro hasta el centro, después un taxi hasta tu casa, tengo entendido que vives a las afueras. Calculo que en unas tres horas estarás en casa.
-¿Tres horas de viaje?-Exclamé aterrorizada.
-Hora punta guapa, claro que también puedo llevarte yo si quieres.
-Sabes Parker O´Conner o como se diga…
-O´Connor –Me corrigió.
-De acuerdo O´Connor, que sepas que tu bonita cara no pega nada con tu odioso carácter.
-Vamos, te enseñaré lo que es un coche de verdad.
-Eres un poco egocéntrico ¿No?
-Me han dicho que a las chicas de vuestra edad es lo que os gusta.
-No lo sé-Contesté.-No me considero lo bastante normal como para comparar mí gusto con el resto de las chicas.
-Ahora estás siendo tu un poco egocéntrica ¿No?-baciló.
-¿Yo?-Pregunté confusa.
-Estás diciendo que eres especial, diferente de las demás.
-Yo no he dicho eso.
-Pues te lo digo yo, eres diferente, pero tranquila, te enamoraras de mí como todas.-Dijo Parker aumentado su nivel de egocentrismo.
-Estás enfermo de la cabeza-Contesté.
-En el fondo eres igualita que todas-Me dijo.
Le miré frunciendo el ceño para que viera que estaba molesta.
-Te lo explicaré pero tengo que pedirte que no te molestes, podrías interpretar mal mis palabras y lo menos que quiero es ofenderte.
-Adelanté-Conteste pasando un poco de él.
-Eres como un cachorrito abandonado, viniste sola con tus padres, ningún hermano, totalmente perdida… Creyendo que no encajarías en ningún sitio, después Debora te recoge y te convierte en una de las chicas más populares.
-No sigas, vas por un camino totalmente diferente.-Le dije confusa.
-¿De veras? corrígeme.-Me dijo sin ningún signo de molestia.
-No vine sintiéndome como un cachorrito abandonado, siempre me he sentido así, estuviese donde estuviese. Cuando vine me enamore del novio de Debora, lo que me regalo un par de puntos en los labios, después Jack consiguió conquistarme  y enamorarme como nadie ha conseguido nunca.
-Por ahora.-Me guiño un ojo.
-Después de eso mí vida ha sido más bien un infierno, tiroteos, hospitales, secuestros, drogas… Lo sé, parece algo irreal, pero esta es mí historia.
-¿Tiroteos?-Pregunto Parker muy interesado.-Como voy a contarle a nuestros hijos que su madre de joven estuvo metida en tiroteos, ¿Crees que se los va a poder educar con tus antecedentes?
-Comienzan a asustarme tus fantasias.
-La verdad es que he fallado en bastantes cosas, creía que Debora y tú erais buenas amigas.
-Somos amigas, y ni siquiera eso, después de todo lo que ha pasado creo que tardaremos un poquito más en ser buenas amigas…
-Podías escribir un diario, luego después de tu muerte alguien lo encontraría y produciría un libro o alguna película sobre tu vida, “El diario de Nathaly Kimbrock”.
-No te burles de mí.-Sollocé.
-Al parecer estás comprometida.-Dijo irónicamente.
-Llegas tarde O´Connor.-Me burlé.
-Escucha atentamente señorita.-Dijo seriamente.
-Ya verás- Dije suponiendo que iba a decir alguna bobada.
Parker se paró en seco, me miró a los ojos, puso una cara bastante seria y se dispuso a hablar. 
-No he llegado tarde, solo me he retrasado un poco.
-¿Los chicos mayores también deliran de este modo?-Pregunté burlándome de nuevo de él.
-No, te lo voy a decir muy claro por si no lo has entendido, para que aceptes bien la idea. Te enamoraras de mí, por mucho que no quieras. Quizás será por mis ojos, o por lo bien que beso, a lo mejor  por las cenas en restaurantes caros o las escapadas nocturnas en mí Lamborghini. Puede que también sea por mí forma de tratarte, mí voz, mí tacto, mí perfume… -Me decía mientras que daba vueltas alrededor mía ahogándome con el adorable olor de su perfume caro. Al principio intente resistirme con todas mis fuerzas pero Parker no se rendía por nada.
-Quizás sea por la manera en la que te admiro o solamente por mí físico… Depende de lo que signifique para ti “enamorarte”.
Cada vez estaba más cerca, su perfume empezó a inundar todo mí aire, su cuerpo a quitarme espacio, sus palabras empezaban a confundirme.
-¿Cuántos años tienes?-Pregunté intentando cambiar un poco de tema y hacer desaparecer ese círculo de excitación sexual que flotaba alrededor nuestra.
-¿Acaso eso importa?-Preguntó algo sobresaltado-Veinte, treinta o quizás poco más…
-Cuanto más mayor seas mayor será tu chasco, deja que me explique-Le pedí-Un chico de veinticinco años no supera que una niña de diecisiete le mande de paseo ¿Verdad?
-Tengo una cosa que aclararte… Ni tu para mí eres una niña, ni yo me llevaré ningún chasco. ¿Nunca te ha enseñado tu madre el dicho de “Nunca digas nunca”?
-No, pero me enseño a no hablar con desconocidos.
-No somos desconocidos.-Me corrigió-Si crees que voy a violarte aquí deja de pensar semejantes tonterías, que incomodidad, te llevaría a mí coche.-Se burló.
-Imbécil.
-Chica dura.-Sonrió.
-Chica lista-Le corregí.
-Tienes unos ojos preciosos-Me alagó.
-Eres igual que todos.
-No soy igual, soy diferente, no todos los chicos tienen un Lamborghini.-Se regodeó.
-¿Un qué?-Pregunte atónita.
Parker saco un conjunto de llaves de su bolsillo, había una pequeña llave con un mando plateado, me miro de nuevo y me guiño un ojo. 
-Vámonos.-Dijo sin más.
-¿A dónde? –Pregunté.
-Ahora mismo lo verás.-Me cogió de la mano y me condujo casi corriendo hacia el ascensor. Entramos rápidamente sin mirar si quiera si había alguien.
-No entramos aquí.-Dije gruñendo.
-Sí que entramos –Me respondió  empujándome hacia el fondo del ascensor empujando a toda la gente que se encontraba dentro, miró a su alrededor  y vio las caras de enfado que tenían todos los ocupantes del ascensor.
-Lo siento, tengo que llevar a mí hermana pequeña ahora mismo a casa, se ha metido en un buen lio.- Mintió.
Todas las personas que había dentro de aquel estúpido ascensor le pusieron cara de comprensión  y empezaron a mirarme en busca de una respuesta, preguntándose que había liado la hermana pequeña de aquel chico tan atractivo.
O´Connor me miró a los ojos y puso una sonrisa muy picarona, extendió la mano y pulsó el botón “-1” que correspondía a la planta del aparcamiento subterráneo. El ascensor como yo esperaba empezó primero a subir siguiendo el turno de plantas correspondiente con la pulsación de los botones. El cuarto flotante subió sin ningún cambio hasta la planta número seis. Cuando paró en esta planta yo espere con tosas mis ansias que alguien se bajara  y yo pudiera volver a respirar con normalidad, pero para mí sorpresa en vez de bajar personas,  se unieron a nuestro viaje otro par de amas de casa que habían venido a comprar al centro comercial aprovechando las rebajas.
Parker juntó aún más su cuerpo al mío. Cada vez que se encontraba más apretado a mí, dio la casualidad que cuanto más se acercaba a mí, más fuerte sonreía. Se acercó a mí oído  y empezó a susurrarme
-¿Ves cuanta gente hay? El ascensor de la otra cara siempre permanece vacío, pocas personas tienen la llave, clientes especiales-Me dijo mientras me enseñaba la llave.-Solo quería que vieras lo bien que te sientes cerca de mí, algún día haremos el amor alocadamente en uno de estos. Solo dame un poco de tiempo.
El resto del viaje  en aquel aterrador ascensor de máxima tecnología pasó deprisa, cuando quise darme cuenta el ascensor estaba ya casi vacío, pero Parker seguía pegado a mí. Cuando vio que me había dado cuenta se acercó aún más, me apretó contra el poniendo las dos manos alrededor de mí espalda, me miró a los ojos y volvió a sonreír, esa sonrisa estaba empezando a cautivarme.
-Cuando quieras que me aparte de tu lado solo tienes que decírmelo.-Me dijo esperando que no respondiese.
-Apártate.-Le pedí.
-¿Estás del todo segura?-Me preguntó de nuevo.
-Si – Le dije sin dudarlo.
-Te arrepentirás, ya lo veras.
Al principio no le di importancia, después de que me volviera a mirar con esos ojos azulados y volviera a sonreír con esos labios empecé a dudar un poco.
-Ves.-Dijo satisfecho.
-¿Qué?-Pregunté disimulando.
-Dudas-Dijo remarcando la “s”.
-No digas bobadas O´Connor.-Intenté seguir disimulando.
-Señores ¿Vais a salir del ascensor u os quedáis aquí?-Preguntó alguien que todavía se encontraba en el ascensor. Nos dimos la vuelta y vimos al acomodador de ascensores, con la cantidad de gente que había ninguno de los dos nos dimos cuenta de su presencia.
-Claro –Contesto Parker.
Cuando pisamos el suelo del parking O´Connor sacó de nuevo las llaves de su bolsillo y pulsó un botón. Unas luces se encendieron frente nosotros  y me cegaron completamente.
-Allí está mi niño, tan guapo y deslumbrante como siempre.
-Le puedes decir a tu niño que deje de brillar.-Le grité.
Parker apago los faros del coche con el mando, y allí estaba, aquel increíble Lamborghini .
-Nathaly te presento  a mí coche, es un Lamborghini Estoque, sedán de cuatro puertas, apareció por primera vez en parís en el dos mil ocho, ahora es mi fiel compañero.
Miré de nuevo ese coche increíble, era un deportivo de color gris metalizado, brillante como si alguien lo hubiese limpiado poco antes, luminoso y enorme, sus cristales tintados no me dejaban ver lo que había dentro , pero estaba seguro de que me iba a sorprender aún más
-¿Vas a entrar o te vas a quedar aquí fuera babeando por mí coche?
-Entro-Respondí-¿En qué decías que trabajabas?-Pregunté intentando averiguar de dónde sacaba Parker semejante dinero para poder permitirse este deportivo.
Parker no respondió, se acercó a la puerta trasera del coche y la abrió.
-Madame-Dijo con acento parisino.
-¿Por qué abres la puerta de atrás?-Pregunte algo confusa.
-Por dos razones-Contesto-Veras, una es porque tengo miedo a que me detengan por estar contigo, eres aún menor de edad, la otra es para que te familiarices con los asientos traseros, pasaremos muy buenos momentos allí.
-Parker, eres un poquito…
-De acuerdo, hoy no, en la primera cita incitarte a tener sexo en los asientos traseros de mí coche es de mala educación.
-Parker esto no es una cita-Aclaré.
-De acuerdo, de acuerdo, monta-Me dijo mientras que me abría la puerta del asiento delantero.
Monté en el coche y espere a que él montase. Dio la vuelta despacito presumiendo de manera aparente, abrió la puerta y se sentó, cerró cuidadosamente y arrancó. De repente se iluminó todo el coche, un montón de pequeñas pantallas aparecieron por todos los sitios, botones con miles de funciones y colores, asientos carísimos de cuero y una pequeña pegatina en el fondo en la que decía “Limited edition”.
-Nathaly, quería decirte que lo de los asientos traseros de mí coche solo era una broma, lo siento.
Hice una mueca, pero le hice ver que le perdonaba.
-No se me ocurriría ni en broma en la primera cita acostarme contigo en mí coche, te llevaría a un lujoso hotel con sabanas de seda, champan, copas de cristal caras… un Jacuzzi…
-Mira que eres…
-Lo sé-Me cortó-adorable…
-¡Idiota!-Exclamé-Te vuelvo a repetir que esto no es una cita.
-¿Quieres tener una cita conmigo?-Preguntó.
-No-Contesté seca.
-¿Por qué? –Preguntó con carita de cordero degollado.
-Porque tengo novio y le quiero mucho.
-A las seis te recojo en tu casa.
-Parker-Grité.
-Te llevaré a casa de Debora, quiero ver ese vestido.
-No quiero ser grosera Parker, solo entiende que tengo novio y una vida que no quiero cambiar, eres encantador pero…
-Ya te he dicho que dejes tiempo, Parker siempre tiene lo que quiere, y ahora mismo tu estas en el número uno de mí lista de logros pendientes. ¿Dónde vives?-Pregunto cambiando de tema.
-En la calle…
-Espera-Me cortó-Tecléalo aquí.
Mientras que yo tecleaba de la manera que podía el nombre de mí calle en aquello que parecía un GPS, Parker sacaba el coche del parking concentrándose plenamente en lo que hacía.
-Ya está-Contesté.
-Vale de acuerdo, ponlo ahí-Dijo señalando un pequeño enchufe que había al lado del volante.
El viaje paso muy rápido, quince minutos que parecieron dos, no intercambiamos ninguna palabra, él conducía en silencio y a veces me miraba de reojo y sonreía.
Paró justo enfrente de la puerta de mí casa, vi el coche de mí madre aparcada y me di prisa en salir. 
-¿A dónde vas tan deprisa?-Preguntó.
-Mis padres ya están en casa, llevo mucho tiempo sin verles,  y mucho tiempo sin limpiar mi habitación, mí madre estará esperándome con un bate de béisbol.
Parker se empezó a reír.
-¿De qué te ríes?-Pregunté intrigada.
-Eres tan…
-¿Tan qué?-Pregunté impaciente.
-Mañana te lo digo, sal de mí coche antes de que tus padres me pongan alguna denuncia por acoso al menor.
Le miré molesta  y salí del coche de muy mal humor, intenté dar un portazo fuertemente pero al parecer la tecnología de aquel coche ya estaba preparada para insonorizar portazos. Cuando me dispuse a caminar para entrar a mí casa Parker me llamó por detrás, tenía la ventanilla bajada.
-Nath,  quiero decirte que…
-¿No vas a dejarme en paz no?-Le preguntó.
-Las últimas palabras, tengo veintitrés, así que tampoco sería tan horrible nuestra relación, y lo segundo que quiero decirte es que me encantas, desde el primer momento.
-Hasta luego Parker-Le dije despidiéndome de él.
Arrancó el coche y desapareció velozmente por el horizonte.
Cuando entré en casa me sentí agradecida de que mi madre estuviese de viaje, tuve la magnifica idea de ponerme un reto a mi misma, organizar mi vida antes de que ella volviese.
También pensé en la situación tan extraña que se había producido esta tarde ¿Qué tipo de persona deja a su amigo con alguien completamente desconocido? 

9/9/11

Capitulo 21 : Copas de Champagne



-Entiendo, entonces Jack ya no...
-No te hagas la víctima, se lo de Keith. Oí a Shamara y a Jack comentarlo.  Por lo visto lo saben todos.
-¿El que saben todos?-Pregunté intrigada.
-Que eres una monjita…-Se burló.
-¿Cómo debo entender eso?-Pregunté enfadada.
-Como tú quieras Nath- Dijo Debora haciéndose la indiferente.
-Si te refieres a que soy virgen estás equivocada.-Mentí arrepintiéndome en menos de un segundo del error que estaba cometiendo.
-¿Ah sí?-Preguntó con una sonrisa malvada.- ¿Y quién fue el afortunado?-Me dijo esperando una respuesta rápida.
-Fue hace un año, justo antes de mudarme aquí.- Volví a mentir.
-Vale.-Me respondió mostrando indiferencia.
Por un momento pensé que ese sería el final de mis mentiras, pero de nuevo me equivoque.
-Cuéntamelo -Pidió Debora.
-¿Perdona?-Intenté escaquearme.
-Que me lo cuentes-Me ordenó esta vez.
-Cuéntamelo tu primero. –Le pedí para poder inventarme mejor mi historia.
-Yo ya te lo he contado todo ¿Qué mas quieres?-Preguntó mirándome con una cara extraña.
-Cuéntamelo con detalles-Pedí
-Tampoco hay mucho que contar, ya te dije que Erik fue muy cuidadoso, y eso que no tenía ni idea de que se estaba acostando con una chica virgen. Fue el champan, si Nath, fue el champan el que me empujó a hacerlo. La rabia que sentía por mi padre me comía por dentro y como el ponche resulto ser una estafa decidí que había que acabarse ese champan. Mientras bebíamos charlábamos de miles de cosas, él ponía verde a la mitad de su familia e imitaba a sus tías, me hacia reír.  Yo sin embargo permanecía callada escachándole, pocas veces me pasaba eso, ya sabes que siempre soy yo la que tiene algo que decir, pero con él era diferente. Me contó como había pasado todo el verano en una playa privada de Hawái, me contó que nunca se había aburrido tanto en una playa y después me dijo que si me hubiera conocido antes me hubiese llevado a aquella playa con él. Sus historias eran largas, en el momento en que me dijo eso estábamos rebañando el culo de la segunda botella de champan.
-Sigué-La ordene medio embobada. Debora me estaba consiguiendo embobar con aquella historia, la contaba con tanto entusiasmo que parecía sacada de alguna telenovela mexicana.
-Después de decirme aquello de la playa no pude resistirme y le besé.
-¿Te lanzaste tú?-Pregunté anonadada.
-¿Qué esperabas, has visto lo bueno que esta?-Me gritó.- Déjame seguir boba.
-Claro, sigue.-Pedí.
-Al principio me miró de una manera extraña, me correspondió el beso pero no al completo. Asustada le pregunté que le pasaba, me hizo una pregunta algo extraña, me dijo que si creía en el amor a primera vista. Le mire un poco atontada sin contestar, pero volvió a repetir la pregunta. Negué con la cabeza. Me miró con su mirada penetrante y volvió a hablar. 
-Yo tampoco creía-Me dijo.- Pero hay veces que la cabeza se vuelve loca, el corazón palpita  tres veces más rápido de lo que tendría que palpitar, la respiración se vuelve más lenta, ese perfume, es ese perfume.
Nathaly de verdad, según las palabras de Erik avanzaban cada vez tenían menos sentido, se empezó a notar cada vez más que al igual que a mí a Erik también le había afectado muy bien el champan.  Me miró durante unos instantes y volvió a besarme, esta vez se lanzó él. Mientras me besaba poco a poco y con algo de timidez acariciaba mi rostro. Las caricias del rostro poco a poco pasaron  a ser de cintura, mas tarde empezamos a desprendernos de nuestra ropa. Pasión, locura, exaltación, agitación, furia, arrebato, desenfreno, resumiendo, una mezcla de sentimientos que nunca había experimentado. 
-¿Dónde os encontrabais en ese momento?-Pregunté con curiosidad.
-Shh-Me mando callar.-No tengas prisa, has dicho que te lo cuente con detalles. La consumición de champan había transcurrido en un pequeño salón compuesto por unos sofás y una barra de licores. Cuando ya nos encontrábamos prácticamente en ropa interior Erik fue a por otra botella de Champan,  abrió una puerta y me guiño un ojo. Yo estaba tan borracha que ni siquiera entendí nada hasta minutos después. Dejo la botella de champan en aquel cuarto y vino a por mí. No sé de qué manera pudo mantenerse de pie pero me cogió en sus brazos y me llevo a aquella habitación como si yo fuera una princesa. Una pequeña estancia compuesta por una enorme cama  y algunos armarios. Me tumbo en aquella cama y volvió a besarme. Sentí sus labios como nunca había sentido un beso. El frenesí se hacía dueño de nuestras mentes y el alcohol controlaba nuestros cuerpos. Miles de caricias, besos, miradas penetrantes... Nath no sé cómo explicarlo exactamente.  Terminó de desprenderse de toda mi ropa y se quitó él mismo la suya. Mi cuerpo desnudo estaba tapado  por una transparente sabana de seda. Me arrebató la sabana muy lentamente y quedamos al descubierto, aquello duró  poco, se acercó a mi lado y me volvió a cubrir con aquella sabana pero esta vez estando debajo de ella a mi lado. Acarició mi cuerpo de nuevo pero esta vez desnudo, yo cada vez estaba más excitada, no sé si fue por el alcohol o por aquella increíble excitación  que me deje llevar por él sin ninguna excusa. 
A partir de ahí me acuerdo de poco, pasó tan rápido que no me di casi cuenta. Solo sé que me gustó. Cuando me desperté estaba mirándome con unos ojitos tan tiernos que me recordaba a un pequeño cachorrito. Pero  en poco tiempo su cara cambio y parecía asustado, me levanté rápidamente y le pregunté que le ocurría. Me mostró las sabanas y me preguntó porqué le había ocultado que yo era virgen, luego me relato su preocupación por no haber usado anticonceptivos, le echo la culpa al alcohol y a su excitación, pero se seguía sintiendo culpable.  Le tranquilicé debido a que mi madrastra me había obligado a tomar la píldora poco después de la muerte de mi madre... “no quería ser abuela pronto”, eso me decía... “Las niñas de hoy en día tenéis las bragas muy sueltas”.  Después me preguntó por mi edad, aquello lo estropeó todo.
-Chicas, la Boutique de Lila os espera.-Dijo un hombre.
-Vale Meyson, ahora mismo vamos. -Respondió Debora.-Nathaly, no te creas que te has salvado, faltas tú,   a mi este tipo de cosas no se me olvidan.- Dijo con una sonrisa amenazadora.
Entramos de nuevo en aquella increíble tienda, la viejecita estaba esperándonos en la entrada.
-¿Cortos o largos?-Pregunto Lila.-Dejadme elegir a mí ¿Vale chicas?
-Todo queda a tu elección Lila.-La contesto Debora sonriente.
Lila desapareció entre un montón de telas, Debora se puso a mirar vestidos en un pequeño catalogo que había encima del mostrador, a los pocos segundos Lila la llamó para que acudiera al probador. Después de unos minutos Debora salió del probador  con el vestido que la había elegido Lila. Solo puedo describirlo de una manera, increíble. 
Era un vestido precioso de color azul celeste, no era un azul celeste clarito, era más bien oscuro. La parte de arriba era parecida a los vestidos de encaje, ajustada al pecho, de palabra de honor, estaba bordado por unas pequeñas piedrecitas de color plata, un gran lazo de ese mismo azul  colgaba en la cintura. Debora estaba preciosa.
-Estas guapísima.-La dije.
-Lila siempre acierta, ve, ya tiene el tuyo.
Ilusionada fui casi corriendo en dirección al probador. Cuando llegué en mi cara se formó una sonrisa enorme.  Lila sostenía en sus brazos un vestido muy parecido al de Debora. Era de color rosa clarito, de palabra de honor al igual que el de Debora, en la cintura llevaba una cinta rosa pero un poco más clarito que el del resto del vestido. El vestido de Debora caía por sus rodillas, el mío sin embargo parecía más bien un Tutu de bailarina, mucho más cortó que el suyo.
-A Jack le encantará.-Me dijo Lila.
Simplemente sonreí.
-Y a Keith también.- Me dijo Debora sonriente.-Va con Keith al baile, a Jack le operan al día anterior.
-No se te olvide hacerte una foto, Jack tiene que verte, estás preciosa.-Me dijo la viejecita.
-Lo está.-Añadió Debora.
-Las dos estáis bonitas, va a ser vuestra noche chicas.-Contestó Meyson por detrás.
-Nos los quedamos.-Contestó Debora.
-Debora, yo no puedo, cuesta demasiado caro.-Contesté viendo la cantidad de ceros que había en la etiqueta.
-Me voy chicas, decirle a Mayson que os mande los vestidos, disfrutad de ellos. Espero veros pronto-Dijo Lila desapareciendo de nuevo entre las telas.
-Debora yo no puedo pagarme este vestido.-Dije entristecida.
-Ya son nuestros Nath, Lila nos los ha regalado.
-Debora son carísimos ¿Estás loca?
-Lila siempre ha sido la mejor amiga de mi abuela, lleva vistiéndome durante toda mi vida, mi bautizo, mi primera comunión, mis millones de citas, siempre. Esta vez nos ha regalado los vestidos.
-Espero poder darle las gracias.
-Claro que sí, tendremos que venir a por un par de vestidos para el viaje de fin de curso ¿no?
-Claro que sí.-Contesté con una sonrisa. Aun así me sentía mal.
-Mi abuela se va a poner muy contenta cuando te conozca, por fin Jack ha encontrado algo que vale la pena.
-Y me lo dice la tía que me partió el labio por acercarme a su novio.-La contesté echándole en cara su estúpido comportamiento.
-Le ponías ojitos.-Se defendió Debora.
-Siempre me gusto Keith.-Contesté.
-Así que lo reconoces.
-Supongo.-Le dije.
-Lo sabía, sabía que te merecías ese golpe. ¿Jack lo sabe?
-No lo sé, pero prefiero que no lo sepa, ahora ya no tiene ningún sentido, ya no siento nada por Keith. -Mentí.
-Me alegro, Jack está muy enamorado de ti. Le has cambiado.
Simplemente sonreí.                                                                                     
-Vayamos a tomar algo, es tu turno... Cuéntame quien fue el afortunado, te toca.













28/8/11

Capitulo 20: "La boutique de Lila"


La tensión  recorrió mi cuerpo como si se tratase de un calambrazo  de unos cables de alta tensión.
-Shamara, de eso se trata.-Dijo Jack.
-¿Qué es lo que pasa?-Preguntó.
-Shh, calla Debora que no oigo a Jack.-La regañé.
Terminé de escuchar la historia que Jack me estaba relatando  y colgué mi teléfono móvil.
-¿Qué es lo que pasa?-Volvió a preguntar Debora alterada.
-Es el cumpleaños de Shamara, Jack quiere que le compremos un regalo.
-Por un momento había pensado...
-Sí, yo también-La corté.
-Bueno ¿Estás preparada?-Me preguntó Debora entusiasmada.
-¿Preparada para qué?-Pregunté con curiosidad.
-Para las compras-Me contestó  Debora como si eso fuera evidente.
-Uno se prepara para ir de viaje, para una boda o para cosas de ese tipo, no para ir de compras.-Me defendí.
-Nunca has ido de compras a unos grandes almacenes como estos ¿Verdad?
-No.-Confesé con una gran sonrisa falsa.
-Lo suponía.-Me dijo Debora con le misma sonrisa.
Caminamos a un ritmo bastante rápido hacia le entrada del gran centro comercial, cuando estábamos llegando a las puertas corredoras de aquel enorme edificio Debora se paró en seco.
-¿Qué es lo que te pasa?-Pregunté exaltada.
-Tápame corre.-Me dijo nerviosa mientras que se escondía tras mi silueta.
Mire a mí alrededor buscando alguna explicación que pudiera excusar él comportamiento de Debora. Cuando ya di por perdida mi investigación imaginaria de aquella situación, salió de la nada un hombre de entre las puertas automáticas, aquello puso a Debora en más tensión.
Un hombre de pelo rubio, ojos azules celestes, adinerado a juzgar por él traje que llevaba. Calzaba unos zapatos que por lo que me había parecido a simple vista eran de piel, sus andares decían mucho de él, cabeza erguida, lo que demostraba que era de la alta sociedad. Sus pasos firmes manifestaban la seguridad de aquel joven en sí mismo.
Andares rápidos que hicieron desaparecer su silueta en segundos. Cuando su figura dejó de ser visible para nuestros ojos, Debora se incorporó y suspiró.
-Quiero una explicación coherente de lo que acaba de ocurrir.- Exigí.
-Es una historia muy larga.
-Tenemos tiempo-Sonreí.
-Erik Hale, veintitrés años, empresario adinerado, joven aspirante banquero y sobretodo un chico encantador.
-Lo suponía-Contesté sonriendo en mis adentros dado a la coincidencia de su descripción con la mía-Sigue.-La animé-
-Erik celebró su veintiún cumpleaños a lo grande, no porque él lo desease, si no porque su padre técnicamente le obligó. Fue hace dos veranos, yo tenía quince años, pronto cumpliría los dieciséis. Unas vacaciones especiales.
-Parece él comienzo de una telenovela-La corté.
-Lo que se dice una telenovela no, pero si él comienzo de una historia imposible.
Yo miraba atentamente a Debora mientras que ella me relataba aquella historia, hablaba rápido, emocionada, reviviendo aquellos sentimientos, volviéndolos a vivir.
-Yo estaba un poco aburrida, quería ir a la playa, de boutiques, cualquier otra cosa me hubiera alegrado más que ir a otra estúpida fiesta de algún amigo ricachón de mi padre.
-¿Boutiques?-Pregunté confusa.
-Tiendas Nath, tiendas. ¿Puedo seguir?-Preguntó molesta.
-Claro.-Me disculpé.
-Aquel día Jack había quedado con sus amigos para hacer surf en la playa, sin embargo, yo tenía que acompañar a mi padre a aquel estúpido evento. Cuando llegamos a aquella mansión me animé un poco más. A mi alrededor no solo había viejos babosos de la tercera edad, aquel sitio estaba repleto de jóvenes, chicas guapas con vestidos caros, chicos musculosos incrustados en trajes de diversos tipos, jóvenes. Aun así de poco sirvió que aquel sitio estuviera lleno de jóvenes, yo no conocía a nadie. Mi padre se marchó con sus amigos a una sala de la casa y me dejo en el jardín, yo no tenía ni idea de lo que hacer así que para sacar a mi padre un poco de sus casillas decidí acercarme a la fuente de ponche. Cogí un vaso de los grandes y me lo serví. Sin importarme las consecuencias de aquel acto empecé a tragar como si se tratara de agua, estaba rabiosa, enfurecida de que mi padre me hiciera pasar por algo así.  Mientras que sin ninguna distracción  con la conciencia envenenada de ideas horribles  tragando lo más rápido que podía me habló alguien. 
-Así no lo conseguirás-Me dijo.
Yo extrañada me di la vuelta  y le vi a él, Erik. No sé por qué motivo de todas las chicas presentes en le fiesta decidió hablarme a mí.
-Con eso no conseguirás emborracharte. -Añadió.
Le miré atónita durante unos segundos y sin pensarlo le contesté.
-No pretendo emborracharme.-Le dije seriamente.
-Mientes-Me respondió firmemente.
-¿Puedes corroborarlo con alguna prueba?-Le dije haciéndome la interesante.
Simplemente me explicó que él intento hacer lo mismo, pero se fijó en él cartel de las bebidas. “Ponche sin alcohol”. En ese momento me sentí muy tonta, pero él no se estaba burlando de mí, parecía que quería ayudarme.
Me invitó a acompañarle.
Al principio desconfié de él, pero aquellos ojos azules y esa sonrisa picara me convencieron. Me cogió de la mano y me condujo dentro de las instalaciones, me guío por los pasillos hasta llegar a una enorme habitación, me pidió que permaneciera allí un momento que iba a por unas cosas. 
-¿Eso no te asustó?-Pregunté extrañada.
-Al principio un poco –Me contesté Debora.-Pero él alcohol ayuda mucho.
-Debora, aquel ponche no tenía alcohol.-Me burlé de ella.
-Nathaly, aún no he terminado de contarte mi historia, ¿Quieres que siga?-Preguntó enfurecida.
-Claro-Contesté.
-Trajo una botella de champan y dos copas, un botellón a lo pijo. Yo seguí desconfiando de él hasta que él alcohol empezó a adueñarse de mí. Me explicó algunas de sus penas, yo le hablé de mi situación, entre nosotros nos entendíamos, existía algún tipo de feeling especial. Nath no te voy a contar todo al detalle, pero solo puedo decirte que fue algo especial. No sé de qué manera empezamos a besarnos, me sentía muy atraída por él, una cosa llevó a le otra  y sin saber qué es lo que hacía me acosté con él.
-¿Qué?-Pregunté anonadada, mi mente todavía no había asimilado eso. 
-Me estás diciendo que a tus quince años...
-Casi dieciséis-Me cortó.
-No importa, me estás diciendo que a tus quince, casi dieciséis años, te acostaste con un tío de veintiuno.
-Yo no tenía  ni idea que aquel chico fuera tan mayor.
-¿Y qué te esperabas de alguien que te emborrachaba con champan en vez de con ponche?-La pregunté.
-¿Pero has visto lo bueno que estaba?-Me respondió con otra pregunta.
-¿Veintiún años, no?-Volví a recordar.
-¿Me vas a dejar terminar?-Volvió a reñirme.
-Prosigue-La pedí. Me moría de ganas por saber como iba a terminar aquella historia.
-Me preguntó por mi edad, le mentí, dije que tenía diecinueve años, pero no me creyó.
-¿En serio, me estás diciendo que ese chico es capaz de desmantelar y darse cuenta de tus mentiras?-Me burlé.
-En aquella época todavía no había cogido práctica. Le dije la verdad, al principio se asustó un poco, pero se comportó como un verdadero caballero conmigo. Me pidió disculpas por seducirme, así lo llamaba él. Me contó quien era en realidad, él cumpleañero. Entendí entonces como debía de sentirse si en su enorme fiesta de cumpleaños nadie se daba cuenta de su ausencia. Le di un abrazo  y nunca volvimos a vernos.
-Hasta hoy –Dije sonriendo.
-No, que va, hasta hace unas semanas, en una conferencia de mi padre, hablamos durante unos minutos, nada importante.
-¿Te arrepientes de haber...?-Dije esperando que entendiese ese tono.
-No, nunca, tuvo mucho cuidado, fue cariñoso, respeto mi cuerpo y me hizo disfrutar.
-Entiendo-Asentí con la cabeza.
-¿Entramos?-Preguntó Debora intentando cambiar un poco de tema.
-Claro-La contesté mientras que oí sonar su teléfono móvil. Ella lo saco de su bolso, lo miro y según sus ojos leían cada párrafo de aquel (al parecer) un mensaje de texto, Debora palidecía.
-¿Estás bien?-Pregunté preocupada.
-Mira-Me dijo mientras que me tendía él móvil.
“Es evidente que soy un poco mayor, pero todavía conservo muy bien mi vista. Me ha encantado verte, estás muy guapa. Me gustaría quedar un día para hablar, nada más. Sin champan. Llámame. Erik”.
Sin pensarlo dos veces me puse a teclear.
-¿Qué haces?-Preguntó Debora intentando alcanzar su iPhone.
-Tranquila, confía en mí, ahora te lo enseño. ¿Qué te parece esta contestación?-La pregunte mientras la enseñaba el mensaje de texto.
“Es evidente que te evito, me ruborizas. Si tantas ganas tienes de hablar conmigo deberías haberte parado. Me ha alegrado verte.”
-¿Se lo envió? – pregunte.
-No-Me contesto Debora rotundamente.
-Debora, ¿has visto lo guapo que es, lo bien que viste, su preciosa sonrisa? No lo entiendo.
-Nunca vas a entenderlo.
-Pues explícamelo.-Pedí.
-Tiene veintitrés años, trabaja en la empresa de mi padre y está comprometido con una chica que actualmente tiene diecinueve, Lisa Escort.
-¿Comprometido?-Pregunté sorprendida.
-Negocios Nath, su padre le obligo a comprometerse, la familia de esa chica tiene mucho dinero,  y solo queda con vida su abuela. ¿Quién mejor para encargarse de ese dinero que un as de los negocios?
-Creía que ese tipo de cosas ya no se hacían.
-Yo también lo creía.
-Debora, pero eso significa que me has mentido.-Reproche enfadada.
-¿Mentirte en qué?-Me pregunto enfadada. Su mano derecha en la que aun sostenía las llaves de su coche empezó a temblar, como si le hubiesen pillado robando o fuera una asesina en serie.
-Primero me dijiste que no te gustaba, mentira. Segundo me dijiste que habías perdido el contacto con él, mentira de nuevo.-Alegue emocionada sintiéndome como una verdadera abogada.
-Yo...-Intentó contestar.
-No he terminado, claro que le has vuelto a ver,  y te has vuelto a acostar con él, y os ha encantado a los dos, pero la señorita Lisa Escort terminó con vuestra pequeña gran aventura. A  pesar de que él no quería dejar de verte, tú no le ibas a compartir con nadie. ¿Es así como ocurrió todo?-Pregunté orgullosa viendo lo bien que me había quedado mi acusación.
-No, no fue así.-Contesto Engreída.
-¿Qué es lo que se me ha podido escapar?-La pregunté muy extrañada.
-Se te han escapado las cenas románticas, los viajes a escondidas a la playa, los miles de regalos con los que me obsequió, sus miradas intensas, sus besos maduros.
-¿Besos maduros?-Le pregunté con cara de tonta.
-No te burles, no todos saben besar y mostrarte todos los sentimientos que tienen hacia ti con un simple beso.
Entonces me acorde de mi sueño, de aquella noche en la que Keith me besaba tan intensamente que no tenía que decirme lo que sentía por mí, ese beso lo decía todo.
-Esos besos solo existen en los sueños.-declaré, reí para mis adentros.
-No, él sabía besar de ese modo. Sabia como tratar a una señorita pero sin ser un muermo, me divertía con él de verdad, él me escuchaba a mí y yo le escuchaba a él, mutuamente nos contábamos nuestros problemas, reíamos, jugábamos, lo hacíamos todo juntos...
-Debora, si hubieras dicho desde el principio que estabas enamorada  de aquel chico también lo hubiera comprendido.
-¿Es lo que sientes cuando estas con Jack?-Preguntó con una sonrisa de comprensión.
-Quizás. -Respondí demasiado deprisa.
-¿Quizás?-.Me preguntó confusa.
- Es solo una expresión.-Dije esperando que se lo tragara, la mire durante unos segundos  y comprendí que no preguntaría más.
-Vamos a entrar, se nos va a hacer tarde.-Me miró con desconfianza.
-Claro. - Asentí esquivando su mirada.
Cuando entramos dentro de aquella enorme edificación me sorprendí aun más.
Cientos de escaparates transparentes, un baile de colores infinito, todo tipo de ropa acompañada de sus respectivos complementos, y lo peor, los horribles precios.
-Solo necesitaremos entrar a una tienda para encontrar lo que estamos buscando.-Dijo Debora entusiasmada.
-¿Solo una?-Pregunte.
-“La boutique de Lila”-Respondió orgullosa.-La tienda más solicitada en toda le ciudad.
 - Y la más cara seguro-Pensé para mis adentros mientras que le sonreía.
Entramos por un arco enorme de mármol, en lo más alto de aquel  arco había un letrero enorme en él que con una escritura muy fina y moderna ponía “La boutique de Lila”.
-¿Por qué ese nombre?-le pregunté a Debora.
-Lila, así se llama le dueña, diseñadora y dependienta de esta tienda. Tiene un vestido para cada chica que entra aquí, antes de que la digas lo que has venido a buscar te da un vestido.
La miré perpleja durante unos segundos asimilando lo que me estaba contando, parecía un cuento de hadas.
-¿De verdad, nunca falla?
-Pocas veces. -Respondió Debora satisfecha.
Entramos dentro de aquel establecimiento , cada vez estaba más sorprendida, todos esos colores bailando encima de telas sin forma, vestidos de todo tipo, de noche, de día, para salir a pasear, para ir a una gala importante, vestidos para cumpleaños , entierros, nacimientos...
-Debora, querida, ¿Qué tal estas?-Dijo una voz desconocida proveniente de una pequeña silueta escondida tras unas cortinas.
-Señora Lila, usted tan hermosa como siempre.-La alagó Debora.
-Cada día estoy más vieja pequeña, veo que hoy traes compañía.-Me miró de arriba abajo.-Una joven muy hermosa.
-No diga usted tonterías señora Lila, usted está cada día más guapa. Esta es mi amiga Nathaly, la novia de mi hermano Jack.
-Oh, esta vez sí que se ha buscado un buen partido, ¿Qué fue de Andree?-Preguntó la viejecita con curiosidad.
-Se mudó a Europa.-Debora sonrió.
-Bueno, todas sabíamos que aquella chiquilla solo era un pasatiempo de Jack. Esperarme en el café chicas, tengo muchos clientes hoy, cuando termine le diré a Meyson que os llame.
-Esperaremos allí –Dijo Debora sonriente.
Caminamos hasta el café que se situaba enfrente de aquella maravillosa tienda, pedimos dos refrescos y nos sentamos en la terraza.
-¿Quién es Andree?-Pregunté suplicando en mis adentros que Debora me contase la historia que nadie todavía me había relatado.
-El pañuelo de Jack.-Me respondió a secas.
-No lo entiendo.-Suplique para que me diera detalles.
-Jack tardo mucho en superar lo de mi madre. Que su mejor amiga fuese la amante de mi padre no le ayudo mucho, hace tres años cambio mucho, empezó a fumar, algunas veces bebía,  el Jack que conocíamos desapareció. Keith también fue arrastrado por aquellas circunstancias. Se convirtieron en algo como los malotes del instituto, todas las chicas estaban locas por ellos, entonces llego Andree.
Yo  seguía mirando atónita sin comprender mucho.
-Son cosas del pasado, no tienes porque hurgar, aunque si así lo deseas.
-Sí. -Asentí con un poco de miedo.
-Sexo, nada más. Andree era su chica, morena ojos negros, un poco más desarrollada que todas nosotras y eso sí, muy suelta de bragas.
-Entiendo, entonces Jack ya no...
-No te hagas la víctima, se lo de Keith. Oí a Shamara y a Jack comentarlo,  por lo visto lo saben todos.




1/8/11

Capitulo 19 : Presentación indebida

Keith me miró buscando alguna respuesta. Durante unos segundos pensé en ser egoísta, entrar por la puerta y que fuera  Keith él que le explicara a Jack que diantres hacía en mi puerta a estas horas. Sin embargo, una vez más me metí donde no debía.

-¿Alguien va a explicarme lo que está pasando aquí?-Dijo Jack confuso.
-Yo te lo explico-Dije improvisando.
-¿Que se lo explicas al final tú?-Dijo Keith asustado. Pensaba que iba a delatarle.
-Te escucho –Dijo Jack.
-Keith ha venido aquí para convencerme de que él jueves asista al baile con él. –Le dije
 -¿Y todo este drama por esto? Pensaba que… No importa - Dijo Jack aliviado.-  Y tú, ¿Por qué no quieres ir?-Pregunto con cara de idiota.
-No me gustan los bailes, ni los vestidos pomposos. Tampoco me gusta bailar y menos la idea de pasar toda la noche entera siendo él objetivo de un centenar de miradas.
-Mira que eres tonta- Me dijo Jack poniendo cara de cachorrito degollado. –Ve, hazlo por mí- Me pidió con esa misma cara.
-Me lo pensaré, pero no te prometo nada.-Le mentí.
-Bueno yo ya he cumplido mi misión-Dijo Keith excusándose.-Por hoy he acabado.
-¿Te vas ya?- Pregunto Jack.
-Sí, tengo que descansar, le prometí a Debora ayudar con la decoración del gimnasio-Mintió para poder escaquearse aun más rápido.-Por cierto, me alegro de verte así de bien, no sabía que le dejaran salir a los locos del manicomio así porque así.
-Eres un cabrón-Contesto Jack entre risas.-Me han dejado salir para recoger algunas cosas, ropa, algún entretenimiento... Y  después de coger la ropa y todo lo que necesitaba me he dado cuenta de que no he cogido lo mas importante-Dijo desviando la mirada hacia mí.
-Lo he captado tronco, me las piro. Mañana nos vemos. Comerse un bol de leche merengada es menos empalagoso que tu.- Keith se cachondeó, pero en el fondo le dolía.
-Hasta mañana-Contestamos Jack y yo a la vez.
Jack me miró con esa dulce mirada y me tendió un abrazo.
-Te he echado de menos pequeña.
-Jack, nos hemos visto esta tarde.
-¿Eso no me da derecho a echarte de menos o qué?-Contesto indignado.
-Claro que sí, yo también te he echado de menos, es solo que he tenido un día raro.
-¿Y eso porqué?-Me preguntó mientras me cogía de la mano y nos sentábamos en las escaleras del porche.
-Pues he estado con tu hermana, y no sé cómo ha pasado pero mañana hemos quedado para ir de compras.
-¿Compras? no pareces entusiasmada. Lo sabía, ¡Dios! lo sabía...-Dijo casi gritando.
-¿Qué sabias qué?-Pregunté perpleja.
-Eres un ser cósmico.
-¿En qué te basas para decirme eso?-Dije indignada y reí a carcajadas.
-Mañana te vas de compras ¿No?
-Eso te he dicho.
-Creo que sacar la basura sería más entusiasmado para ti que la idea de ir de compras. Eres insólita.
 -Soy diferente.
-Eres Nathaly Kimbrock, mi chica –Dijo Jack sonriendo.
-Tu chica.-Repetí yo poniendo mis ojos en aquel sugestivo  llamador de ángeles que colgaba de mi cuello.-Eres increíble ¿Los sabes, no?-Le pregunté sonriendo.
Jack solo me miró.
-Gracias por este regalo, lo cuidaré cómo si de ello dependiera mi vida.
-Es muy especial para mí, ya lo sabes. Me alegro mucho de que te haya agradado que te lo regalase.
-¿Bromeas?-Pregunté atónita.
-Te quiero, que nunca se te olvide.
-Tu trato hacia mi es tan distinto ¿No será que él extraterrestre eres tú?
-¿Y en que te basas tú?
-Date cuenta, desde siempre han pintado él amor cómo algo perfecto, algo increíble sin lo que los seres humanos no pueden vivir. Todo lo han coloreado del color que han deseado, vivimos engañados. En la tele nos enseñan siempre que él amor es maravilloso, magnifico, estupendo, inmejorable, insuperable. Adjetivos falsos, cuentos de hadas con príncipes, siete enanitos hiperactivos, una bella con una bestia, en ocasiones también pasa.  Una chica que tiene que llegar a las doce y pierde un zapato, él príncipe hace todo lo que puede para dar con esa chica. En la época que estamos se haría un evento en tuenti , “Se busca dueña de este horrendo zapato”. Luego están todas esas trágicas novelas mexicanas  que siempre acaban bien. Películas sobre él amor verdadero, él falsó. Esta sociedad nos obliga a amar, sea a quien sea. Te obligan a creer que tú también tendrás un cuento de hadas. Cada vez que te enamoras, te obligan a que pienses que esta vez también tendrás una película, tu propia película de amor. Pero se olvidan de algo importante, no todas tienen esa suerte, no te enseñan  las partes ocultas de esto a lo que llaman “amor”, no te enseñan las mentiras, los engaños,  los sentimientos falsos... Contigo he aprendido cómo es él amor, he cambiado todas mis expectativas sobre él, he aprendido lo que es un abrazo de verdad y lo que es sentir tus brazos entrelazados en mi espalda cuando de veras se necesita. He aprendido lo que es besar a una persona, suavemente, locamente, dulcemente... hasta rabiosamente. He visto esos ojos con los que me miras y he deseado comerte a besos, esa ternura, ese amor. He aprendido desde cero contigo.  Te quiero tanto que daría mi vida por ti sin pensarlo.
-¡No! eso no. Nunca, ni lo pienses.-Contestó furioso.
-¿El que?-Pregunté confusa.
-Nunca vuelvas a decir eso. 
Seguí mirándole atontada buscando una respuesta en aquella mirada perdida que tenia.
-Si tú dieras la vida por mí, si cualquier cosa pasase contigo... ¿De qué me serviría estar vivo si es sin ti?
Mi propia película de amor... Pensé para mis adentros. 
-Deberías entrar en casa, tu madre podría despertarse.
-Está profundamente dormida, mañana se marcha de viaje durante tres semanas. ¿Sabes lo que eso significa?-Le dije a Jack intentando poner una cara seductora.
-Sí, que Keith me va a mandar a la mierda si le pido que se quede contigo. Yo estaré en él hospital  y tú no te puedes quedar sola.
-Nadie tiene que cuidar de mi, se cuidarme solita.- Le dije aterrorizada ante la idea de tener que estar con Keith.
-¿Es que te pasa algo con él?
-Claro que no, pero no se... Además, él novio de mi madre vendrá los fines de semana.
-Cuando salga del hospital, después de la operación...
-¿Qué?-Pregunté.
-Shh-Me dijo mientras que se llevaba él dedo a la boca pidiéndome silencio.
-Cuando salga de allí, pienso amarte toda la noche, pienso besarte hasta que te duelan los labios, arrancarte la ropa y besar todo tu cuerpo. Voy a hacerte él amor hasta quedar agotado en la cama sin fuerzas, te lo prometo.
-No podrás hacerlo si te corto eso que tienes debajo del pantalón-Dijo alguien detrás.
-¿Mama?-Pregunté dándome la vuelta rápidamente.
-¿Se puede saber que haces aquí a estas horas Nathaly?
-Mama, puedo explicarlo, este es...
-Jack Ryan, encantado-Dijo Jack cortándome.
-No puedo decir lo mismo Jack, no me hace mucha gracia encontrar a mi hija de madrugada sentada en él porche hablando de esas cosas con un chico del que no se nada.
-Señora...
-No me llames señora-Se indignó.
- Siento mucho la situación en la que me ha conocido, yo no soy así.
-Segurísimo... ¿Tengo que creerte? Te recuerdo que yo también he sido adolescente.
-Solamente nos ha pillado en un momento de pasión desenfrenada.
-¿Pasión desenfrenada?-Preguntó mi madre frunciendo el ceño.
Jack había mentido ya tanto la pata que lo creía todo perdido.
-Vamos,  Kate... No seas así de dura, a ti te encantaba que te dijera ese tipo de cosas.-Dijo Rain por detrás entre risas.
Bien, la familia al completo.
-Yo soy Rain, él novio de la madre de Nathaly-Dijo Rain extendiéndole la mano a Jack para saludarle.-Encantado.
Jack hizo lo mismo.
-Creo que es hora de irse a dormir.-Dijo mi madre-Buenas noches a todos, Nathaly despídete y vete a la cama.
-Voy mama.-Dije entre suspiros.
Mi madre entró por la puerta, tras ella iba Rain con una cara un poco extraña. Entornaron la puerta y se oía cómo subían por la escalera cuchicheando y analizando la situación.
-Buena manera de conocer a tu madre.-Dijo Jack entre carcajadas.-Lo siento de verdad.-Añadió.
-Tranquilo, le has caído bien.
-¿Me tomas él pelo?-Preguntó Jack.
-No, te quiero. Mañana nos vemos-Le dije mientras le tendía un beso en la frente.
-Adiós.-Me susurró Jack al oído.
Cuando Jack se marchó  vi cómo mi madre apagaba la luz de su cuarto y se acostaba. Entré en casa y fui directa a la cocina, abrí la nevera y me preparé un enorme bocadillo.
Lechuga, tomate, pollo, mayonesa, kétchup, mostaza, pepinillos y queso. Con él hambre que tenía tarde muy poco en devorar aquel pequeño manjar. Cuando me dispuse a subir a mi habitación para por fin acostarme me entró eso a lo que muchos llaman “vaguería”. Me tumbé en él sofá y me cubrí con una pequeña mantita.
Me desperté por la mañana, mire él reloj que estaba encima del televisor y me tranquilicé. Las diez y cinco minutos. Entré de nuevo en la cocina y vi que todo estaba limpio. Mi madre ya se había marchado.
Pensé en desayunar pero después del bocadillo de anoche pocas cosas me cabían en la tripa. Vi que mi madre había preparado una jarra de zumo de naranja, sin pensarlo dos veces me serví un vaso. Cuando estaba dispuesta a tomar una ducha  sonó él timbre. Confusa ante aquella inesperada visita volví a mirar él reloj. Las diez y quince minutos. Me acerqué a la puerta y abrí.
-Novata, buenos días.-Saludó Debora llena de energía.
-Hola-Contesté confusa.
-¿Qué tenemos de desayunar?-Preguntó.-Es broma, desayunaremos en él centro comercial, ¿Estas lista?
-Debora acabo de levantarme.-La respondí.
-Gracias a dios, creía que ibas a ir con esos pelos al centro comercial.
-Siéntate en él sofá, enciende la tele o haz lo que sea, yo voy a ducharme.
Me duché lo más rápido que pude por miedo a oír los gritos de Debora metiéndome prisa. Cuando salí de la ducha y mire por él hueco de las escaleras hacia él salón buscando a Debora con la mirada me encontré lo que esperaba. Debora no estaba.
-¿Debora dónde te has metido?-Grité.
-Estoy en tu habitación-me respondió.
Entré en mi habitación  y vi algo que me desconcentro, nunca, nunca en toda mi vida habia estado tan desordenada.
-Te he dejado sola durante menos de veinte minutos y has hecho la tercera guerra mundial en mi habitación. Deberías presentarte a algún concurso de esos.
-Tienes ropa muy bonita-Me dijo mientras sostenía una de mis camisetas favoritas.-El problema es que no tienes ni idea de combinarla.
-Voy a vestirme-Suspiré-¿No prefieres esperarme en tu coche?
-Claro, lo que tú prefieras-Dijo Debora-Voy a coger un poco de ese zumo de naranja que tienes en la cocina, espero que te importe.
-Claro, no me importa –Dije susurrando y haciendo burla a Debora.
Me vestí rápidamente para poder impedir que Debora destrozase lo que quedaba de mi casa, bajé por las escaleras y vi que todo seguía en orden. Cogí mi bolso y salí de casa.
Debora me esperaba sentada en él coche, llevaba ya puestas sus gafas de Prada y cantaba al ritmo de  la radio.
-Vamos novata, que llegaremos tarde.
-¿A dónde?-Pregunté confundida.
-Déjalo, nunca lo entenderás. Entra en él coche.
Entré en él coche, me abroche él cinturón y Debora arrancó. Piso él acelerador y pusimos camino al centro comercial. Por él camino no intercambiamos ninguna palabra, la radio sonaba a todo volumen y tampoco me apetecía mucho  hablar con ella. Saqué mi móvil del bolso y miré a ver si tenía alguna llamada de mi madre. Para mi sorpresa no vi ninguna llamada de mi madre, sin embargo, ahí estaba, un mensaje de Keith. ¿Qué  es lo que quería esta vez? Abrí él móvil lentamente y poniendo cara de indiferencia para que Debora no me preguntase,  busque él mensaje en mi bandeja de entrada y le leí.
-“Gracias por todo lo que has hecho por mí, no se dé que manera puedo agradecértelo, siento la metedura de pata que tuve. Nos queda una conversación pendiente”.
-¿De quién es ese mensaje que lees tan detenidamente?-Preguntó Debora.
-De nadie.-Contesté mientras que borraba él mensaje.
-Ya hemos llegado Novata. 
Miré por la ventana y me sorprendí. Nunca había visto un centro comercial de tales dimensiones. Eran tres veces más grande que un campo de futbol.  Para mí en Dakota ir de compras significaba ir a las tres tiendas que había al lado de la gasolinera, comprarme una camiseta y volver. Si había algo de suerte caían dos camisetas.
-Vamos primero a mirar algún vestido, después iremos a ver la ropa del viaje de fin de curso.
-¿Un viaje de fin de curso? no he oído nada sobre eso.
-Nadie lo ha oído, lo prepara él comité de fiestas, es él primer año que organizan algo así. Yo lo sé porque formo parte de ese comité-Contestó Debora orgullosa.
-Vamos entonces-Dije con una sonrisa. La verdad es que me hacia bastante ilusión, en ningún momento llegué a pensar que un centro comercial podía ser tan grande. Abrí mi cartera y me asegure que mi tarjeta de crédito estaba allí. No era una tarjeta de crédito normal, era la tarjeta de crédito en la que mi padre me ingresaba todos los meses algo de dinero.
Cuando me dispusé a cerrar mi bolso  y a darlo todo en aquel día de compras  sonó mi teléfono móvil.
-Apágalo, será mejor-Me aconsejo Debora.-Esto necesita toda la concentración de una.
-Espera-Dije mientras miraba de quien se trataba-Es Jack.
Sin pensarlo dos veces, pase del consejo de Debora y descolgué aquella llamada.
-Hola Jack, ¿Qué pasa?-Pregunté.
-Shamara. Eso es lo que pasa.

Chat suprimido por suplantación de personalidad hasta nuevo aviso.

Cerró los ojos, y lanzo la llave lo mas lejos que pudo.