Una chica como otra cualquiera,
El chico mas popular del instituto,
Un mundo totalmente diferente que les separa.

28/8/11

Capitulo 20: "La boutique de Lila"


La tensión  recorrió mi cuerpo como si se tratase de un calambrazo  de unos cables de alta tensión.
-Shamara, de eso se trata.-Dijo Jack.
-¿Qué es lo que pasa?-Preguntó.
-Shh, calla Debora que no oigo a Jack.-La regañé.
Terminé de escuchar la historia que Jack me estaba relatando  y colgué mi teléfono móvil.
-¿Qué es lo que pasa?-Volvió a preguntar Debora alterada.
-Es el cumpleaños de Shamara, Jack quiere que le compremos un regalo.
-Por un momento había pensado...
-Sí, yo también-La corté.
-Bueno ¿Estás preparada?-Me preguntó Debora entusiasmada.
-¿Preparada para qué?-Pregunté con curiosidad.
-Para las compras-Me contestó  Debora como si eso fuera evidente.
-Uno se prepara para ir de viaje, para una boda o para cosas de ese tipo, no para ir de compras.-Me defendí.
-Nunca has ido de compras a unos grandes almacenes como estos ¿Verdad?
-No.-Confesé con una gran sonrisa falsa.
-Lo suponía.-Me dijo Debora con le misma sonrisa.
Caminamos a un ritmo bastante rápido hacia le entrada del gran centro comercial, cuando estábamos llegando a las puertas corredoras de aquel enorme edificio Debora se paró en seco.
-¿Qué es lo que te pasa?-Pregunté exaltada.
-Tápame corre.-Me dijo nerviosa mientras que se escondía tras mi silueta.
Mire a mí alrededor buscando alguna explicación que pudiera excusar él comportamiento de Debora. Cuando ya di por perdida mi investigación imaginaria de aquella situación, salió de la nada un hombre de entre las puertas automáticas, aquello puso a Debora en más tensión.
Un hombre de pelo rubio, ojos azules celestes, adinerado a juzgar por él traje que llevaba. Calzaba unos zapatos que por lo que me había parecido a simple vista eran de piel, sus andares decían mucho de él, cabeza erguida, lo que demostraba que era de la alta sociedad. Sus pasos firmes manifestaban la seguridad de aquel joven en sí mismo.
Andares rápidos que hicieron desaparecer su silueta en segundos. Cuando su figura dejó de ser visible para nuestros ojos, Debora se incorporó y suspiró.
-Quiero una explicación coherente de lo que acaba de ocurrir.- Exigí.
-Es una historia muy larga.
-Tenemos tiempo-Sonreí.
-Erik Hale, veintitrés años, empresario adinerado, joven aspirante banquero y sobretodo un chico encantador.
-Lo suponía-Contesté sonriendo en mis adentros dado a la coincidencia de su descripción con la mía-Sigue.-La animé-
-Erik celebró su veintiún cumpleaños a lo grande, no porque él lo desease, si no porque su padre técnicamente le obligó. Fue hace dos veranos, yo tenía quince años, pronto cumpliría los dieciséis. Unas vacaciones especiales.
-Parece él comienzo de una telenovela-La corté.
-Lo que se dice una telenovela no, pero si él comienzo de una historia imposible.
Yo miraba atentamente a Debora mientras que ella me relataba aquella historia, hablaba rápido, emocionada, reviviendo aquellos sentimientos, volviéndolos a vivir.
-Yo estaba un poco aburrida, quería ir a la playa, de boutiques, cualquier otra cosa me hubiera alegrado más que ir a otra estúpida fiesta de algún amigo ricachón de mi padre.
-¿Boutiques?-Pregunté confusa.
-Tiendas Nath, tiendas. ¿Puedo seguir?-Preguntó molesta.
-Claro.-Me disculpé.
-Aquel día Jack había quedado con sus amigos para hacer surf en la playa, sin embargo, yo tenía que acompañar a mi padre a aquel estúpido evento. Cuando llegamos a aquella mansión me animé un poco más. A mi alrededor no solo había viejos babosos de la tercera edad, aquel sitio estaba repleto de jóvenes, chicas guapas con vestidos caros, chicos musculosos incrustados en trajes de diversos tipos, jóvenes. Aun así de poco sirvió que aquel sitio estuviera lleno de jóvenes, yo no conocía a nadie. Mi padre se marchó con sus amigos a una sala de la casa y me dejo en el jardín, yo no tenía ni idea de lo que hacer así que para sacar a mi padre un poco de sus casillas decidí acercarme a la fuente de ponche. Cogí un vaso de los grandes y me lo serví. Sin importarme las consecuencias de aquel acto empecé a tragar como si se tratara de agua, estaba rabiosa, enfurecida de que mi padre me hiciera pasar por algo así.  Mientras que sin ninguna distracción  con la conciencia envenenada de ideas horribles  tragando lo más rápido que podía me habló alguien. 
-Así no lo conseguirás-Me dijo.
Yo extrañada me di la vuelta  y le vi a él, Erik. No sé por qué motivo de todas las chicas presentes en le fiesta decidió hablarme a mí.
-Con eso no conseguirás emborracharte. -Añadió.
Le miré atónita durante unos segundos y sin pensarlo le contesté.
-No pretendo emborracharme.-Le dije seriamente.
-Mientes-Me respondió firmemente.
-¿Puedes corroborarlo con alguna prueba?-Le dije haciéndome la interesante.
Simplemente me explicó que él intento hacer lo mismo, pero se fijó en él cartel de las bebidas. “Ponche sin alcohol”. En ese momento me sentí muy tonta, pero él no se estaba burlando de mí, parecía que quería ayudarme.
Me invitó a acompañarle.
Al principio desconfié de él, pero aquellos ojos azules y esa sonrisa picara me convencieron. Me cogió de la mano y me condujo dentro de las instalaciones, me guío por los pasillos hasta llegar a una enorme habitación, me pidió que permaneciera allí un momento que iba a por unas cosas. 
-¿Eso no te asustó?-Pregunté extrañada.
-Al principio un poco –Me contesté Debora.-Pero él alcohol ayuda mucho.
-Debora, aquel ponche no tenía alcohol.-Me burlé de ella.
-Nathaly, aún no he terminado de contarte mi historia, ¿Quieres que siga?-Preguntó enfurecida.
-Claro-Contesté.
-Trajo una botella de champan y dos copas, un botellón a lo pijo. Yo seguí desconfiando de él hasta que él alcohol empezó a adueñarse de mí. Me explicó algunas de sus penas, yo le hablé de mi situación, entre nosotros nos entendíamos, existía algún tipo de feeling especial. Nath no te voy a contar todo al detalle, pero solo puedo decirte que fue algo especial. No sé de qué manera empezamos a besarnos, me sentía muy atraída por él, una cosa llevó a le otra  y sin saber qué es lo que hacía me acosté con él.
-¿Qué?-Pregunté anonadada, mi mente todavía no había asimilado eso. 
-Me estás diciendo que a tus quince años...
-Casi dieciséis-Me cortó.
-No importa, me estás diciendo que a tus quince, casi dieciséis años, te acostaste con un tío de veintiuno.
-Yo no tenía  ni idea que aquel chico fuera tan mayor.
-¿Y qué te esperabas de alguien que te emborrachaba con champan en vez de con ponche?-La pregunté.
-¿Pero has visto lo bueno que estaba?-Me respondió con otra pregunta.
-¿Veintiún años, no?-Volví a recordar.
-¿Me vas a dejar terminar?-Volvió a reñirme.
-Prosigue-La pedí. Me moría de ganas por saber como iba a terminar aquella historia.
-Me preguntó por mi edad, le mentí, dije que tenía diecinueve años, pero no me creyó.
-¿En serio, me estás diciendo que ese chico es capaz de desmantelar y darse cuenta de tus mentiras?-Me burlé.
-En aquella época todavía no había cogido práctica. Le dije la verdad, al principio se asustó un poco, pero se comportó como un verdadero caballero conmigo. Me pidió disculpas por seducirme, así lo llamaba él. Me contó quien era en realidad, él cumpleañero. Entendí entonces como debía de sentirse si en su enorme fiesta de cumpleaños nadie se daba cuenta de su ausencia. Le di un abrazo  y nunca volvimos a vernos.
-Hasta hoy –Dije sonriendo.
-No, que va, hasta hace unas semanas, en una conferencia de mi padre, hablamos durante unos minutos, nada importante.
-¿Te arrepientes de haber...?-Dije esperando que entendiese ese tono.
-No, nunca, tuvo mucho cuidado, fue cariñoso, respeto mi cuerpo y me hizo disfrutar.
-Entiendo-Asentí con la cabeza.
-¿Entramos?-Preguntó Debora intentando cambiar un poco de tema.
-Claro-La contesté mientras que oí sonar su teléfono móvil. Ella lo saco de su bolso, lo miro y según sus ojos leían cada párrafo de aquel (al parecer) un mensaje de texto, Debora palidecía.
-¿Estás bien?-Pregunté preocupada.
-Mira-Me dijo mientras que me tendía él móvil.
“Es evidente que soy un poco mayor, pero todavía conservo muy bien mi vista. Me ha encantado verte, estás muy guapa. Me gustaría quedar un día para hablar, nada más. Sin champan. Llámame. Erik”.
Sin pensarlo dos veces me puse a teclear.
-¿Qué haces?-Preguntó Debora intentando alcanzar su iPhone.
-Tranquila, confía en mí, ahora te lo enseño. ¿Qué te parece esta contestación?-La pregunte mientras la enseñaba el mensaje de texto.
“Es evidente que te evito, me ruborizas. Si tantas ganas tienes de hablar conmigo deberías haberte parado. Me ha alegrado verte.”
-¿Se lo envió? – pregunte.
-No-Me contesto Debora rotundamente.
-Debora, ¿has visto lo guapo que es, lo bien que viste, su preciosa sonrisa? No lo entiendo.
-Nunca vas a entenderlo.
-Pues explícamelo.-Pedí.
-Tiene veintitrés años, trabaja en la empresa de mi padre y está comprometido con una chica que actualmente tiene diecinueve, Lisa Escort.
-¿Comprometido?-Pregunté sorprendida.
-Negocios Nath, su padre le obligo a comprometerse, la familia de esa chica tiene mucho dinero,  y solo queda con vida su abuela. ¿Quién mejor para encargarse de ese dinero que un as de los negocios?
-Creía que ese tipo de cosas ya no se hacían.
-Yo también lo creía.
-Debora, pero eso significa que me has mentido.-Reproche enfadada.
-¿Mentirte en qué?-Me pregunto enfadada. Su mano derecha en la que aun sostenía las llaves de su coche empezó a temblar, como si le hubiesen pillado robando o fuera una asesina en serie.
-Primero me dijiste que no te gustaba, mentira. Segundo me dijiste que habías perdido el contacto con él, mentira de nuevo.-Alegue emocionada sintiéndome como una verdadera abogada.
-Yo...-Intentó contestar.
-No he terminado, claro que le has vuelto a ver,  y te has vuelto a acostar con él, y os ha encantado a los dos, pero la señorita Lisa Escort terminó con vuestra pequeña gran aventura. A  pesar de que él no quería dejar de verte, tú no le ibas a compartir con nadie. ¿Es así como ocurrió todo?-Pregunté orgullosa viendo lo bien que me había quedado mi acusación.
-No, no fue así.-Contesto Engreída.
-¿Qué es lo que se me ha podido escapar?-La pregunté muy extrañada.
-Se te han escapado las cenas románticas, los viajes a escondidas a la playa, los miles de regalos con los que me obsequió, sus miradas intensas, sus besos maduros.
-¿Besos maduros?-Le pregunté con cara de tonta.
-No te burles, no todos saben besar y mostrarte todos los sentimientos que tienen hacia ti con un simple beso.
Entonces me acorde de mi sueño, de aquella noche en la que Keith me besaba tan intensamente que no tenía que decirme lo que sentía por mí, ese beso lo decía todo.
-Esos besos solo existen en los sueños.-declaré, reí para mis adentros.
-No, él sabía besar de ese modo. Sabia como tratar a una señorita pero sin ser un muermo, me divertía con él de verdad, él me escuchaba a mí y yo le escuchaba a él, mutuamente nos contábamos nuestros problemas, reíamos, jugábamos, lo hacíamos todo juntos...
-Debora, si hubieras dicho desde el principio que estabas enamorada  de aquel chico también lo hubiera comprendido.
-¿Es lo que sientes cuando estas con Jack?-Preguntó con una sonrisa de comprensión.
-Quizás. -Respondí demasiado deprisa.
-¿Quizás?-.Me preguntó confusa.
- Es solo una expresión.-Dije esperando que se lo tragara, la mire durante unos segundos  y comprendí que no preguntaría más.
-Vamos a entrar, se nos va a hacer tarde.-Me miró con desconfianza.
-Claro. - Asentí esquivando su mirada.
Cuando entramos dentro de aquella enorme edificación me sorprendí aun más.
Cientos de escaparates transparentes, un baile de colores infinito, todo tipo de ropa acompañada de sus respectivos complementos, y lo peor, los horribles precios.
-Solo necesitaremos entrar a una tienda para encontrar lo que estamos buscando.-Dijo Debora entusiasmada.
-¿Solo una?-Pregunte.
-“La boutique de Lila”-Respondió orgullosa.-La tienda más solicitada en toda le ciudad.
 - Y la más cara seguro-Pensé para mis adentros mientras que le sonreía.
Entramos por un arco enorme de mármol, en lo más alto de aquel  arco había un letrero enorme en él que con una escritura muy fina y moderna ponía “La boutique de Lila”.
-¿Por qué ese nombre?-le pregunté a Debora.
-Lila, así se llama le dueña, diseñadora y dependienta de esta tienda. Tiene un vestido para cada chica que entra aquí, antes de que la digas lo que has venido a buscar te da un vestido.
La miré perpleja durante unos segundos asimilando lo que me estaba contando, parecía un cuento de hadas.
-¿De verdad, nunca falla?
-Pocas veces. -Respondió Debora satisfecha.
Entramos dentro de aquel establecimiento , cada vez estaba más sorprendida, todos esos colores bailando encima de telas sin forma, vestidos de todo tipo, de noche, de día, para salir a pasear, para ir a una gala importante, vestidos para cumpleaños , entierros, nacimientos...
-Debora, querida, ¿Qué tal estas?-Dijo una voz desconocida proveniente de una pequeña silueta escondida tras unas cortinas.
-Señora Lila, usted tan hermosa como siempre.-La alagó Debora.
-Cada día estoy más vieja pequeña, veo que hoy traes compañía.-Me miró de arriba abajo.-Una joven muy hermosa.
-No diga usted tonterías señora Lila, usted está cada día más guapa. Esta es mi amiga Nathaly, la novia de mi hermano Jack.
-Oh, esta vez sí que se ha buscado un buen partido, ¿Qué fue de Andree?-Preguntó la viejecita con curiosidad.
-Se mudó a Europa.-Debora sonrió.
-Bueno, todas sabíamos que aquella chiquilla solo era un pasatiempo de Jack. Esperarme en el café chicas, tengo muchos clientes hoy, cuando termine le diré a Meyson que os llame.
-Esperaremos allí –Dijo Debora sonriente.
Caminamos hasta el café que se situaba enfrente de aquella maravillosa tienda, pedimos dos refrescos y nos sentamos en la terraza.
-¿Quién es Andree?-Pregunté suplicando en mis adentros que Debora me contase la historia que nadie todavía me había relatado.
-El pañuelo de Jack.-Me respondió a secas.
-No lo entiendo.-Suplique para que me diera detalles.
-Jack tardo mucho en superar lo de mi madre. Que su mejor amiga fuese la amante de mi padre no le ayudo mucho, hace tres años cambio mucho, empezó a fumar, algunas veces bebía,  el Jack que conocíamos desapareció. Keith también fue arrastrado por aquellas circunstancias. Se convirtieron en algo como los malotes del instituto, todas las chicas estaban locas por ellos, entonces llego Andree.
Yo  seguía mirando atónita sin comprender mucho.
-Son cosas del pasado, no tienes porque hurgar, aunque si así lo deseas.
-Sí. -Asentí con un poco de miedo.
-Sexo, nada más. Andree era su chica, morena ojos negros, un poco más desarrollada que todas nosotras y eso sí, muy suelta de bragas.
-Entiendo, entonces Jack ya no...
-No te hagas la víctima, se lo de Keith. Oí a Shamara y a Jack comentarlo,  por lo visto lo saben todos.




Chat suprimido por suplantación de personalidad hasta nuevo aviso.

Cerró los ojos, y lanzo la llave lo mas lejos que pudo.