-Entiendo, entonces Jack ya no...
-No te hagas la víctima, se lo de Keith. Oí a Shamara y a Jack
comentarlo. Por lo visto lo saben todos.
-¿El que saben
todos?-Pregunté intrigada.
-Que eres una monjita…-Se burló.
-¿Cómo debo entender eso?-Pregunté enfadada.
-Como tú quieras Nath- Dijo Debora haciéndose la indiferente.
-Si te refieres a que soy virgen estás equivocada.-Mentí
arrepintiéndome en menos de un segundo del error que estaba cometiendo.
-¿Ah sí?-Preguntó con una sonrisa malvada.- ¿Y quién fue el
afortunado?-Me dijo esperando una respuesta rápida.
-Fue hace un año, justo antes de mudarme aquí.- Volví a mentir.
-Vale.-Me respondió mostrando indiferencia.
Por un momento pensé que ese sería el final de mis mentiras, pero
de nuevo me equivoque.
-Cuéntamelo -Pidió Debora.
-¿Perdona?-Intenté escaquearme.
-Que me lo cuentes-Me ordenó esta vez.
-Cuéntamelo tu primero. –Le pedí para poder inventarme mejor mi
historia.
-Yo ya te lo he contado todo ¿Qué mas quieres?-Preguntó mirándome
con una cara extraña.
-Cuéntamelo con detalles-Pedí
-Tampoco hay mucho que contar, ya te dije que Erik fue muy
cuidadoso, y eso que no tenía ni idea de que se estaba acostando con una chica
virgen. Fue el champan, si Nath, fue el champan el que me empujó a hacerlo. La
rabia que sentía por mi padre me comía por dentro y como el ponche resulto ser
una estafa decidí que había que acabarse ese champan. Mientras bebíamos
charlábamos de miles de cosas, él ponía verde a la mitad de su familia e imitaba
a sus tías, me hacia reír. Yo sin embargo permanecía callada
escachándole, pocas veces me pasaba eso, ya sabes que siempre soy yo la que
tiene algo que decir, pero con él era diferente. Me contó como había pasado
todo el verano en una playa privada de Hawái, me contó que nunca se había
aburrido tanto en una playa y después me dijo que si me hubiera conocido antes
me hubiese llevado a aquella playa con él. Sus historias eran largas, en el
momento en que me dijo eso estábamos rebañando el culo de la segunda botella de
champan.
-Sigué-La ordene medio embobada. Debora me estaba consiguiendo
embobar con aquella historia, la contaba con tanto entusiasmo que parecía
sacada de alguna telenovela mexicana.
-Después de decirme aquello de la playa no pude resistirme y le
besé.
-¿Te lanzaste tú?-Pregunté anonadada.
-¿Qué esperabas, has visto lo bueno que esta?-Me gritó.- Déjame
seguir boba.
-Claro, sigue.-Pedí.
-Al principio me miró de una manera extraña, me correspondió el
beso pero no al completo. Asustada le pregunté que le pasaba, me hizo una
pregunta algo extraña, me dijo que si creía en el amor a primera vista. Le mire
un poco atontada sin contestar, pero volvió a repetir la pregunta. Negué con la
cabeza. Me miró con su mirada penetrante y volvió a hablar.
-Yo tampoco creía-Me dijo.- Pero hay veces que la cabeza se vuelve
loca, el corazón palpita tres veces más rápido de lo que tendría que
palpitar, la respiración se vuelve más lenta, ese perfume, es ese perfume.
Nathaly de verdad, según las palabras de Erik avanzaban cada vez
tenían menos sentido, se empezó a notar cada vez más que al igual que a mí a
Erik también le había afectado muy bien el champan. Me miró durante unos
instantes y volvió a besarme, esta vez se lanzó él. Mientras me besaba poco a
poco y con algo de timidez acariciaba mi rostro. Las caricias del rostro poco a
poco pasaron a ser de cintura, mas tarde empezamos a desprendernos de
nuestra ropa. Pasión, locura, exaltación, agitación, furia, arrebato,
desenfreno, resumiendo, una mezcla de sentimientos que nunca había
experimentado.
-¿Dónde os encontrabais en ese momento?-Pregunté con curiosidad.
-Shh-Me mando callar.-No tengas prisa, has dicho que te lo cuente
con detalles. La consumición de champan había transcurrido en un pequeño salón
compuesto por unos sofás y una barra de licores. Cuando ya nos encontrábamos
prácticamente en ropa interior Erik fue a por otra botella de Champan,
abrió una puerta y me guiño un ojo. Yo estaba tan borracha que ni
siquiera entendí nada hasta minutos después. Dejo la botella de champan en
aquel cuarto y vino a por mí. No sé de qué manera pudo mantenerse de pie pero
me cogió en sus brazos y me llevo a aquella habitación como si yo fuera una
princesa. Una pequeña estancia compuesta por una enorme cama y algunos armarios.
Me tumbo en aquella cama y volvió a besarme. Sentí sus labios como nunca había
sentido un beso. El frenesí se hacía dueño de nuestras mentes y el alcohol
controlaba nuestros cuerpos. Miles de caricias, besos, miradas penetrantes...
Nath no sé cómo explicarlo exactamente. Terminó de desprenderse de toda
mi ropa y se quitó él mismo la suya. Mi cuerpo desnudo estaba tapado por
una transparente sabana de seda. Me arrebató la sabana muy lentamente y
quedamos al descubierto, aquello duró poco, se acercó a mi lado y me
volvió a cubrir con aquella sabana pero esta vez estando debajo de ella a mi
lado. Acarició mi cuerpo de nuevo pero esta vez desnudo, yo cada vez estaba más
excitada, no sé si fue por el alcohol o por aquella increíble excitación
que me deje llevar por él sin ninguna excusa.
A partir de ahí me acuerdo de poco, pasó tan rápido que no me di
casi cuenta. Solo sé que me gustó. Cuando me desperté estaba mirándome con unos
ojitos tan tiernos que me recordaba a un pequeño cachorrito. Pero en poco
tiempo su cara cambio y parecía asustado, me levanté rápidamente y le pregunté
que le ocurría. Me mostró las sabanas y me preguntó porqué le había ocultado
que yo era virgen, luego me relato su preocupación por no haber usado
anticonceptivos, le echo la culpa al alcohol y a su excitación, pero se seguía
sintiendo culpable. Le tranquilicé debido a que mi madrastra me había
obligado a tomar la píldora poco después de la muerte de mi madre... “no quería
ser abuela pronto”, eso me decía... “Las niñas de hoy en día tenéis las bragas
muy sueltas”. Después me preguntó por mi edad, aquello lo estropeó todo.
-Chicas, la Boutique de Lila os espera.-Dijo un hombre.
-Vale Meyson, ahora mismo vamos. -Respondió Debora.-Nathaly, no te
creas que te has salvado, faltas tú, a mi este tipo de cosas no se me
olvidan.- Dijo con una sonrisa amenazadora.
Entramos de nuevo en aquella increíble tienda, la viejecita estaba
esperándonos en la entrada.
-¿Cortos o largos?-Pregunto Lila.-Dejadme elegir a mí ¿Vale
chicas?
-Todo queda a tu elección Lila.-La contesto Debora sonriente.
Lila desapareció entre un montón de telas, Debora se puso a mirar
vestidos en un pequeño catalogo que había encima del mostrador, a los pocos
segundos Lila la llamó para que acudiera al probador. Después de unos minutos
Debora salió del probador con el vestido que la había elegido Lila. Solo
puedo describirlo de una manera, increíble.
Era un vestido precioso de color azul celeste, no era un azul
celeste clarito, era más bien oscuro. La parte de arriba era parecida a los
vestidos de encaje, ajustada al pecho, de palabra de honor, estaba bordado por
unas pequeñas piedrecitas de color plata, un gran lazo de ese mismo azul
colgaba en la cintura. Debora estaba preciosa.
-Estas guapísima.-La dije.
-Lila siempre acierta, ve, ya tiene el tuyo.
Ilusionada fui casi corriendo en dirección al probador. Cuando
llegué en mi cara se formó una sonrisa enorme. Lila sostenía en sus
brazos un vestido muy parecido al de Debora. Era de color rosa clarito, de
palabra de honor al igual que el de Debora, en la cintura llevaba una cinta
rosa pero un poco más clarito que el del resto del vestido. El vestido de
Debora caía por sus rodillas, el mío sin embargo parecía más bien un Tutu de
bailarina, mucho más cortó que el suyo.
-A Jack le encantará.-Me dijo Lila.
Simplemente sonreí.
-Y a Keith también.- Me dijo Debora sonriente.-Va con Keith al
baile, a Jack le operan al día anterior.
-No se te olvide hacerte una foto, Jack tiene que verte, estás
preciosa.-Me dijo la viejecita.
-Lo está.-Añadió Debora.
-Las dos estáis bonitas, va a ser vuestra noche chicas.-Contestó Meyson
por detrás.
-Nos los quedamos.-Contestó Debora.
-Debora, yo no puedo, cuesta demasiado caro.-Contesté viendo la
cantidad de ceros que había en la etiqueta.
-Me voy chicas, decirle a Mayson que os mande los vestidos,
disfrutad de ellos. Espero veros pronto-Dijo Lila desapareciendo de nuevo entre
las telas.
-Debora yo no puedo pagarme este vestido.-Dije entristecida.
-Ya son nuestros Nath, Lila nos los ha regalado.
-Debora son carísimos ¿Estás loca?
-Lila siempre ha sido la mejor amiga de mi abuela, lleva
vistiéndome durante toda mi vida, mi bautizo, mi primera comunión, mis millones
de citas, siempre. Esta vez nos ha regalado los vestidos.
-Espero poder darle las gracias.
-Claro que sí, tendremos que venir a por un par de vestidos para
el viaje de fin de curso ¿no?
-Claro que sí.-Contesté con una sonrisa. Aun así me sentía mal.
-Mi abuela se va a poner muy contenta cuando te conozca, por fin
Jack ha encontrado algo que vale la pena.
-Y me lo dice la tía que me partió el labio por acercarme a su
novio.-La contesté echándole en cara su estúpido comportamiento.
-Le ponías ojitos.-Se defendió Debora.
-Siempre me gusto Keith.-Contesté.
-Así que lo reconoces.
-Supongo.-Le dije.
-Lo sabía, sabía que te merecías ese golpe. ¿Jack lo sabe?
-No lo sé, pero prefiero que no lo sepa, ahora ya no tiene ningún
sentido, ya no siento nada por Keith. -Mentí.
-Me alegro, Jack está muy enamorado de ti. Le has cambiado.
Simplemente sonreí.
-Vayamos a tomar algo, es tu turno... Cuéntame quien fue el
afortunado, te toca.