Una chica como otra cualquiera,
El chico mas popular del instituto,
Un mundo totalmente diferente que les separa.

28/1/11

Capitulo 3 : El comienzo de algo nuevo.


Cuando llegué a casa lo primero que hice fue buscar en el armario algo adecuado  para ponerme. Después de media hora buscando  y revolviendo todo mi armario me decidí  por unos vaqueros y una camiseta roja básica. Jack llegó a mi casa justo a las seis, yo aún estaba terminando de peinarme, me había rizado el pelo y me había puesto una cinta roja que solo usaba para ocasiones muy especiales. Cuando Jack se decidió a tocar la puerta yo ya estaba lista.
-Oh... vaya Nathalu estás muy guapa.
-Gracias Jack tú estás también muy... ¿Cómo siempre?-¿Qué más iba a decir? Le conozco de hace un par de horas.

Vale no necesito que nadie me diga que estás primeras palabras han sido patéticas, Jack había sido agradable conmigo, y yo solo le había dicho que estaba igual que siempre. Esta es la típica situación embarazosa que ocurre en todas las películas. En el momento en el que uno ve alguna de esas películas piensa “Que idiota, yo no hubiera actuado así”, pero luego, cuando uno se pone en la misma situación, dice y hace cosas aún más extravagantes.
El recorrido desde mi casa al cine lo pasamos un tanto callados, había un silencio incomodo…Yo no sabía a qué se debía, pero apostaría todos mis ahorros a que parte de la culpa se la llevaba mi glorioso saludo. 
Cuando llegamos divisé a Keith hablando con Debora, se estaban peleando, Debora no hacía más que gritar y Keith la escuchaba parado mirando a las musarañas. Esa escena me recordaba al típico programa de escenas de matrimonio en el que la egocéntrica y paranoica mujer le relataba una lista de motivos por los que le dejaba.
-¿Siempre son así?-Le pregunté a Jack.
-No, siempre no… Pero la mayoría del tiempo sí.-Dijo Jack suspirando.
 Cuando nos acercamos Debora me echó una mirada helada que me puso los pelos de punta, era una mirada similar a las que le echaba el malo a Spiderman. 
Jack  se acercó lentamente hacia  mí,  me cogió de la mano y me sonrió, me sorprendió mucho su manera de actuar pero los que de verdad se quedaron anonadados  fueron Debora y Keith. Se miraron uno al otro con los ojos abiertos de par en par y se dirigieron hacía las taquillas a  comprar  la entrada. La verdad es que creía que eso nunca pasaría, Debora cerró su boca y en silencio siguió a Keith. Miré a Jack confusa, su mano estaba caliente comparada con el calor de mi piel, aquello me reconfortó pero a la vez me incomodó.
-Dios Jack ¿Qué haces? ¿Quieres que a tu hermana la de un infarto? ¿No ves que me odia, has visto que cara ha puesto cuando me has cogido de la mano?
-Tranquila, eso es lo único que intento. Si mato a mi hermana de un infarto, toda la herencia será para mí.-Dijo haciéndose el gracioso e intentando quitarle importancia a la situación.
-Jack no podemos hacer esto,  en serio ha sido una mala idea, prefiero irme.-Me arrepentí.
-¿Quieres irte porque te da miedo Debora o porque te da miedo que te dé la mano?-Me dijo esperando una respuesta  con esa sonrisa picarona que poco a poco me estaba conquistando.-No importa, voy contigo ¿Dónde quieres que vayamos?
-Jack no pasa nada, quédate a ver la película en serio, cogeré un taxi, mi casa no está lejos.
-No,  te he dicho que voy contigo ¿A dónde quieres que vayamos?
- Me da igual, solo quiero ir lejos de Debora.-Contesté honestamente.
No me importaba quedarme a ver la película, no era Debora la que me incomodaba, si no la situación en la que estaba, salir con Jack  para poder estar con Keith...
- ¿Bueno entonces quieres ir al Deily?-Propuso Jack.
-¿El Deily? ¿Qué es eso? te aviso Jack, no me lleves a ningún bar de moteros o heroinómanos. –Dije asustada.
-Es donde has estado esta mañana. Keith  y yo llamamos a ese sitio “Deily”, al sur de California   hay un club de deporte que se llama “Deily”. Es un club en el que se reúnen jugadores de rugby y entrenan  o hablan. Hay piscinas, bares, salas de música.
-Por lo que me describes, a vuestro “Deily” personal le falta poco para superar al real.
-Cuando queremos estar solos, o simplemente deshacernos de alguien que nos molesta le decimos que nos vamos al Deily.
-Es un buen sitio, acogedor.-Le dije con una sonrisa.
-¿Solo?-preguntó indignado-Nos costó años hacer de ese sitio lo que es ahora. Era un viejo sótano sarnoso en el que habitaban ratas de todas las especies. Hubo un tiempo en el que consideramos la idea de que ese sótano podía ser un lugar de acogida para ratas sin hogar.-Me dijo entre carcajadas.
-Oye chicos ¿Venís o qué? –Gritó Keith.
-No, hemos cambiado de planes, iremos a dar un paseo.-Le contestó Jack.
Debora miraba malhumorada hacia otro lugar.
-Bueno, pues vámonos al Deily –Me dijo con una sonrisa muy tierna.
No podía creerme lo que estaba ocurriendo, acabábamos de dar plantón a Keith y a Debora. 
Jack me cogió la mano, me guió hasta el aparcamiento  y me abrió la puerta del coche cómo sí estuviéramos en el siglo diecinueve.
-Entra señorita.-Me dijo.
-Gracias –Le respondí ruborizada.
-De nada-Me respondió con un susurro al nivel de mi oído.
Jack se dio la vuelta y se sentó en el coche. Arrancó y puso rumbo  hacia el Deily.
-¿Hace mucho que tienes carnet de conducir?-Pregunté.
-Obtuve mi carnet el día de mi dieciséis cumpleaños.
-¿En serio?
-Sí, mi padre estaba hasta las narices de oír las discusiones que tenía con Debora por el chofer.
-Interesante. Parece que tu familia tiene mucho dinero. ¿A qué se debe que tengas un coche tan feo?-Pregunté burlándome.
-¿Bromeas?-Gritó.
-Claro que no, es un modelo horrible, es viejo, no tiene nada que ver...
-No tiene nada que ver con el deportivo de Keith…-Me cortó-Adelante, búrlate, no me importa.
-No me estoy burlando es solo que…
-Para tu información mi coche vale tres veces más que el de Keith. Es un Lamborghini Urraco,  soy el único chico de este mundo que tiene un coche así. 
-Ah-Exclamé burlándome de nuevo.
-Mi coche es una réplica deportiva de un modelo clásico. ¿Qué es lo que te pasa? Deja de burlarte.
-De acuerdo, de acuerdo, dejaré de burlarme cuando me digas por qué elegiste este coche tan feo.
Jack no me contestó, en ocasiones me miraba de reojo mientras que yo seguía burlándome en silencio de aquel automóvil.
Según iba observándolo me daba cuenta de que en el fondo no era un coche tan feo cómo yo creía, sus asientos de cuero negro daban a salón de aquel coche una belleza con clase. La verdad es que Jack tenía razón. Pocos chicos tienen un gusto tan peculiar.
 Cuando llegamos al Deily  Jack me ofreció un refresco, yo que  estaba muerta de sed no dude ni por un segundo y acepte. 
-¿Y qué quieres?
-No sé, cualquier cosa,  lo que haya.
-¿Cerveza?-Preguntó dudoso.
-¿No hay nada más?-Pregunté cruzando los dedos para que hubiese algo más.
-Agua-respondió.
-Entonces tomaré agua-contesté satisfecha.
-Era una broma-rio-Hay Coca-Cola, fanta de naranja, limón, también tenemos zumos y limonada.
-Hay casi más variedad que en un bar-Sonreí.
-¿Qué quieres entonces? También hay vino y champan. 
-Una coca-cola. Por favor.-Añadí.
-¿No quieres champan?-Dijo en tono enardecido.
-Creía que el champan solo se tomaba para celebrar algo.
-¿No crees que esto se merezca una celebración?
-¿Esto?-Pregunté confusa. No tenía ni idea a lo que se refería.
-Sí, esto. Nuestra nueva amistad. Debe de ser un honor para ti juntarte con la realeza, pocos plebeyos han llegado aquí. Ninguno diría yo.-Se burló.
Mientras poco a poco hablábamos y las palabras empezaban a fluir con más confianza, me iba dando cuenta de que Jack no era tan mala persona cómo creía.
Nos sentamos y hablamos de todo tipo de cosas. Me contó cómo era este lugar, cómo lo descubrieron, me contó sus travesuras de cuando era pequeño y yo le conté algunas cosas de mi vida en Dakota.
-Déjame adivinar…-Me dijo haciéndose el seductor.
-A ver… -Le contesté.
-Os mudasteis porque  te perseguía un depravado mental asesino en serie.
-Mm… déjame pensar… No, por eso no fue. –Le dije entre carcajadas.
-Salías con un cuarentón con el que mantenías relaciones sexuales y un día te quedaste embarazada y no tuvisteis otro remedio que mudaros.
-Creo que tampoco-Dije frunciendo el ceño. –Vas por mal camino.
-¿Así que nada de embarazos?-Preguntó.-De acuerdo, ya sé lo que pasó.
-Última oportunidad.-Reí.
-Extraterrestres.
-Has acertado.
Los dos rompimos a reír a carcajadas.
-La verdad es que nos mudamos por el trabajo de mi madre-Le conté.-Era guía de turismo  en los autobuses rurales, una aerolínea importante de California la ofreció un puesto importante. A mí no me importaba dejar mi vida de Dakota atrás, fuera lo que fuese que me esperaba aquí por probabilidad sería mucho mejor que lo que tenía allí.
-¿Algún chico en tu vida?-Preguntó.
-No,  yo no he tenido nunca novio, en Dakota iba a un colegio en el que solo estudiaban chicas.
-Eso es mentira.
-¿El que es mentira?
-El cuarentón del embarazo cuenta cómo novio-Volvió a burlarse.
-¿Te han dicho alguna vez que eres idiota?-Le chinché.
-A todas horas, es más, creo que me lo dicen mínimo dos veces por minuto.
-Por segundo…-Sonreí.
-Estás equivocada.
-¿En qué?, ¿En qué eres un idiota? no lo creo. Estoy cien por cien segura.
-Algún día te demostrare que no lo soy.
Yo no sabía que decir, me había quedado sin ninguna palabra, ¿Y ahora que digo?, él me estaba mirando, no me había fijado nunca pero tenía unos ojos preciosos, quizás en ningún otro momento me fijé, pero en este momento sus ojos eran diferentes, no  estaban llenos de odio, rencor, de esa chulería, estaban llenos de cariño y ternura, él  me seguía mirando y  yo seguía sin saber qué hacer. Noté cómo poco a poco se estaba acercando,  yo todavía no había caído en lo que estaba pasando, sus ojos se clavaron en los míos, se acercó tanto a mí  que no tarde mucho  en escuchar los latidos de su corazón y el fuerte esfuerzo que estaba haciendo por respirar muy despacito. Me puso una mano en la cara y me acarició, sus manos estaban muy suaves, y el olor de su perfume estaba por todas partes. 
Ninguno de los dos decía nada, solo nos mirábamos, acercó sus labios a los míos tan cerca que pude sentir su aliento, cerré los ojos, estaba decidida a besarle por segunda vez en este día.
-Tío te has dejado otra vez la puert...  lo siento no sabía qué...
- No pasa nada Keith no estábamos haciendo nada, ya nos íbamos a ir, a que sí Nath, voy a llevarte a casa. –Dijo intentando excusarnos.

El camino se me hizo demasiado corto,  cada minuto que pasaba parecían segundos, intenté buscar en mi mente de alguna manera las palabras perfectas con las que despedirme, pero no pude.
-Nath, ya hemos llegado.
-Jack, yo quería decirte que…
- No digas nada.

Entré en casa de puntillas para no despertar a nadie, mi madre me había dejado la luz de la cocina encendida. Cogí un refresco de la nevera y subí a mi habitación.
Estaba más confusa que nunca, cómo sí tuvieras que elegir entre un móvil nuevo o un ordenador portátil. Encendí mi mp4 y me tumbe en la cama, pensé en tantas cosas que no bastarían hojas en este mundo para poder contarlo. Pero ante todo decidí que nadie estropearía  esto nuevo que se estaba formando. Poco a poco el sueño fue haciéndose dueño de mi ser y caí rendida cómo un bebe.


25/1/11

Capitulo 2 : Un lugar que nadie más conoce.



Me levanté de mi silla y salí por la puerta rápidamente para no enfadar más al señor Coleman. A los pocos segundos se levantó Jack, toda la clase pudo oír como murmurando  maldecía al señor Coleman.
Salió por la puerta murmurando algo que esta vez no llegué a oír,  me miró de reojo y se puso a andar en dirección totalmente contraria al despacho del director.
-Jack, el señor Coleman nos ha dicho que vayamos al despacho del director-Le sermonee - si no vamos volveré a meterme en un lio por tu culpa así que si no quieres que...
-¿Si no quiero qué? -Dijo en un tono desafiante- No pienso ir al despacho del director, si quieres ve tú, sería muy bueno que al tercer trimestre  de clase yo  apareciese de nuevo en dirección.
-Pero si el señor Coleman luego le pregunta... y...  
-¿Y qué?- Me contestó Jack de mala leche sin dejarme terminar la frase - ¿Qué más da? Coleman no preguntará nada.
-Pero... Jack.-Dije casi rindiéndome.
-Mira niña, déjame en paz, si quieres venir conmigo bien, si no déjame en paz, pero como me metas en algún lío  te haré la vida imposible. ¡Ya verás que bien lo pasamos nena! ¿Dónde quieres que vayamos a enrollarnos?-Se burló.
-¿Eres siempre igual de asqueroso o estas con el periodo?-Intenté defenderme.
-Pero te gusto.- Dijo levantando 
las cejas con una sonrisa picarona.
-Eres un cielo-Le grité en tono irónico-¿En tu mundo existe alguien más que tú?
-¿Qué más da eso? ¿Crees que alguien más se merece estar en mi mundo? Nadie se ha ganado eso. Sabes, mantener un mundo es muy caro, la hipoteca, los muebles, regar el césped, no tienes ni idea de nada...y ¿Sigues con curiosidad?-Preguntó-Está bien-Respondió sin dejarme responder a mi.-Te contestaré, una vez alguien existió en ese mundo, pero sin avisar se fue y nunca más volvió.
-Jack yo...-Intenté disculparme de alguna manera.                                                                            
-No te esfuerces en inventar un discurso de disculpa, no servirá de nada, ella no volverá.
Sin darme cuenta este chico moreno de ojos marrones  se acercó rápidamente a mí, me empujó hacia la pared violentamente   y suspiró. Yo al chocar con la pared solté un pequeño gemido insonoro.
-Me estás estropeando el día Nathaly. Esto no entraba en mis planes.-Susurró Jack.
 Me miró furiosamente y  poco a poco acerco sus labios a los míos. Estaba tan segura de  que me iba a besar que cerré los ojos como una deficiente mental y me preparé para aquel supuesto beso.
-¿Ahora quién es la creída Nath? ¿Creías de verdad que te besaría? Egocéntrica –Gritó regodeándose.
Entonces abrí los ojos y me sentí verdaderamente estúpida, él tenía razón ¿Por qué  iba a besarme? Lo peor de toda esta situación no era mi metedura de pata,  ni la cara de idiota que había puesto, si no que en el fondo creía  que me  iba a besar.                                                                         
 -No te lo tomes como algo personal, en este instituto le he visto esa cara a más de una-Siguió burlándose.                                                                                                                              
-Pensé que si te besaba dejarías de soltar estupideces por tu boca, solamente era eso.- Mentí.
-Ahora disimula...-dijo con una sonrisa de oreja a oreja.
-No le encuentro la parte graciosa a esta situación-Contesté empezando a enfadarme, estaba comenzando a cansarme de sus continuas burlas.
-¿Me acompañas?-Dijo extendiendo la mano.
-¿A dónde?-Pregunté desconfiada.
-¿Confías en mí?-Preguntó haciendo parecer aquella situación una película ochentera.
-¡Claro que no!-Exclamé.
-Entonces perfecto, es ideal.-Murmuro para sus adentros.

Sin decir nada  me cogió de la mano y me  condujo a través de la cafetería  hasta una puerta trasera. Cuando llegamos al patio trasero Jack se paró. Miró a su alrededor un par de veces y sacó una llave. Nos encontrábamos frente a una vieja puerta oxidada de color carmesí, Jack se aseguró de nuevo y abrió la puerta.
-Las señoritas primero-Exclamó en un susurro mientras extendía la mano sujetando la puerta.
Pasamos a una especie de sótano. Al principio tuve un poco de miedo de entrar en aquel lugar, pero después de verlo me sorprendí.
Era como un tipo de sótano, pero no un sótano normal. Era una habitación cuadrada bastante amplia, estaba amueblada como si se tratase de un gran salón de actos, sillones, una cama, televisión, cuadros, una enorme alfombra, tenía hasta una nevera .Era como el típico piso de estudiantes pero en una  versión  de lujo. Al fondo de la habitación había una estantería repleta de libros. Debajo de la gran televisión había una consola que hace pocos días vi anunciada en todos los carteles publicitarios de los grandes almacenes. Cuadros lujosos que seguramente habían costado más que todos los muebles de mi casa, sabanas celestes de seda y todo tipo de cosas que pocas veces había visto en una casa normal.
-Tu Nathalu o como te llames, espero que nadie se entere de que este sitio existe, si no esta será la última vez que pisas este instituto. ¿Quieres algo de beber?-Dijo mientras abría la pequeña nevera situada al lado de la puerta.
-Es Nathaly, y tranquilo no se lo contaré a nadie, pero ¿Qué es este sitio?-dije intrigada.
-Bueno Nath,  ¿te puedo llamar Nath?, aquí es donde venimos Keith y yo  a relajarnos después de las clases, o en proceso de ellas cuando nos aburrimos…Este es algo como nuestro escondite secreto, si quieres llamarlo de alguna forma.
De repente se me nublo la vista y deje de nuevo que mi imaginación me guiara a mi mundo imaginario. Keith venia aquí después de las clases, yo estaba allí, en un lugar que solo conocíamos, Jack, Keith y yo. No me lo podía creer.
-¿Y vienes muy a menudo por aquí?- Le pregunté disimuladamente
-Todas las veces que me mandan al despacho del director, vamos que prácticamente estoy casi siempre aquí.-Intentó hacerse el gracioso de nuevo.
-¿Y Keith viene muy a menudo?- Pregunté intrigada
-¿Qué más da eso? ¿Importa mucho?-Dijo Jack sin responder a mi respuesta.
-En absoluto –Sonreí-No me importa para nada. -Mentí
-Mientes mal.-Se burló de mí.
-No te estaba mintiendo –Contesté avergonzada.
-No eres la primera chica que se acerca a mí para poder ligar con Keith.
-¿Perdona? serás imbécil, yo no me he acercado a ti, me han echado de clase por tu culpa.
-Excusas pequeña, excusas-dijo entre risas
-¿Y tú siempre intentas ligar con las chicas de este modo?-Pregunté exhalando demasiada cantidad de aire.
-Yo no estaba liando contigo. –Respondió sin pensárselo dos veces.
-¿Entontes porque me has traído a este sitio?-Intenté pillarle.
-Aquí hay refrescos de verdad ¿Por qué te quejas? No lo entiendo.-Disimuló.
-Joder, Jack. Te castigan  con ella y vienes aquí, ¿Qué hay de nuestro sitio “secreto”? ¿No se supone que iba a ser "secreto"...? -Dijo una voz desconocida para mí. Miré hacia la puerta y era él, era Keith Seller, estaba  aquí en la misma habitación que yo, era increíble.  De repente me levanté sin darme cuenta y me puse a hablar torpemente:
-Y Yo. Eh… lo...Siento... será mejor que me vaya no debería haber venido, gracias Jack.
-Tu... Nathalu... quédate,  este sitio es de los dos así que no te tienes  porque ir. Y tu Keith tío troncó, no seas tan borde y no me toques las pelotas, estoy aquí con ella, nosotros queríamos intimidad, has interrumpido algo que podría haber marcado la vida de la pequeña, como te atreves-Dijo burlándose de nuevo de mí.
-Jack joder, eres un cerdo, no tenía que haber venido aquí contigo, yo... Será mejor que me valla, el timbre está apunto  de sonar, gracias por todo ¿Qué estoy diciendo?  Gracias no, si estoy aquí es por tu culpa.
-Adiós pequeña, llámame.-Gritó Jack.
Jack me sonrió, sin embargo, Keith ni me miró. Salí medio atontada y un poco triste, pero bueno, había conseguido el primer objetivo de mi lista, hablar con Keith, bueno lo que se dice hablar no había  hablado con él, pero algo es algo.      
Supongo que llamarlo objetivo sería un poco estúpido, pero  ¿Cómo llamarlo sino? ¿Qué nombre ponerle a la acción de perseguir un sueño, qué verbo? Las palabras de nuevo empezaban a  juntarse y a perder su significado. Imagen, visión, utopía, ideal, deseo, proyecto, aspiración, ambición, anhelo… ¿Cuál sería la correcta? Creo que sigo decantándome por sueño.
Mirarle a la cara ignorando el resto de las miradas de mí alrededor, acariciar su rostro y besarle. Sentir como sus labios se unen a los míos  y constituir un único individuo. Rodearle con mis brazos y sentir su cuerpo, su calor, su respiración, sentir los latidos de su corazón, sentir como la sangre corre  por sus venas llenándole de vida. Y lo más importante, sentirle a él, sentir que es tuyo y de nadie más , saber que nadie más besara esos labios, saber que nadie más le abrazara de esa forma tan especial en la que lo haces tú, saber que nadie más podrá mirarle de esa manera tan  particular. Saber que es única y exclusivamente tuyo.
En mi antiguo instituto mandar a alguien al despacho del director se consideraba un castigo supremo, sin embargo aquí parecía algo rutinario...
 Después de salir del refugio "secreto", ya no tan secreto de Jack, me dirigí hacia el baño,  estaba bastante aturdida después de aquella mirada tan poco expresiva de Keith.
 Al entrar al baño me di cuenta de que era la peor decisión que podía haber tomado en toda mi vida. Débora y su querida amiga Flor “la lame culos”, estaban retocándose el pelo.

Al entrar por la puerta las dos víboras me echaron una mirada aterradora que me revolvió aún más el estómago.
-Hombre si está aquí la nueva... ¿Qué te parece la nueva Flor? Creo que con una buena manicura francesa y un moldeado a lo Winehouse  estaría monísima- Se rio con todas sus fuerzas.
-Estoy de acuerdo contigo querida Deb, pero yo le añadiría un toque más sofisticado a su ropa, así no parecería... ¿Cómo se dice? Ah, sí, una vagabunda. Bueno claro y si luego te tapas un ojo miras atentamente y te tapas el otro,  la repelente parecerá un poco a ti -Dijo en tono burlón.
Yo intenté no hacerlas caso y me dirigí directa al último lavabo. Flor me cortó el paso mientras que  Debora me agarraba de la chaqueta.
- Oye,  tísica esquelética, he visto que en  clase del señor Coleman le ponías ojitos a mí novio,  ya te puedes olvidar de él, nunca se fijaría en  un monstruo cómo tú.
 Yo no sabía que decir,  podría tirarme encima de ella, darla de ostias y pelear cómo una auténtica gata salvaje, ¿Pero para que quiero yo problemas siendo nueva en el instituto?  Claro que también podría agachar la cabeza e irme sin decir nada, pero eso sería de cobarde… Vale buena idea, me iré, y quedaré cómo una cobarde, mejor eso que tener a todo el instituto en contra mía por haberle dejado un ojo morado a Debora.
Me dirigí hacia la puerta pero sabía que no iba a ser tan fácil deshacerme de ellas. En cuanto di un paso Flor se puso delante de mí mientras que Debora me soltaba con una risita burlona:
-Esto solo es el principio. No creas que te libraras tan fácil de mí.-Me amenazó Debora.
-Ni de mí-Siguió Flor.
-¿Y tú que tienes que ver en esto Flor?-Le preguntó Debora  intrigada a Flor.
-Estoy segura de que lo hizo apropósito.
-¿El qué?-Pregunté intrigada esta vez yo.
-No te hagas la lista conmigo mona, estoy segura de que hiciste que echaran a Jack al despacho del director para poder estar con él, es obvio que estás detrás de él.
-¿Quieres problemas?-Me preguntó Debora muy seria.
-¿Los quieres tú?-Dije yo inesperadamente.
Lo sé. Sé lo que estás pensando, ni tú  ni yo nunca podremos saber de dónde saqué el valor para decirles eso.
-¿Qué has dicho?-Rieron.
-Vámonos, el circo ya ha acabado.-Le ordenó a Flor.-Hoy, ha acabado por hoy-Añadió.
Vale, perfecto, no tengo ningún amigo en este estúpido instituto, pero eso sí,  ya tengo a la chica más popular cómo enemiga. Me parece que el segundo objetivo de mí lista “Hacerme popular” va a tener que esperar un poco, o quizás ser tachado para siempre de aquel estúpido papel.
Al fin pude salir de ese infierno al que llaman baño y me dirigí a mí próxima clase, educación física.  Perfecto, solo me quedaban 4 horas aquí dentro y ya  me han humillado, castigado, y encima ahora toca educación física, ¿Qué más podría pasar?
Sonó el timbre y me dirigí hacia el gimnasio.
Según caminaba por el pasillo notaba cómo todo el mundo me miraba con curiosidad, cuchicheando sin disimulo alguno.
Cuando llegue al gimnasio el  profesor nos ordenó irnos a cambiar al vestuario, en el momento que entré al vestuario casi todas ya habían salido, solo quedaban dos chicas que todavía no habían coincidido nunca en mis clases.
-Hola Nathaly, me llamo Leis, he visto que has estado hablando con Debora  ¿Qué tal tus primeras palabras con ella?
- No muy  agradables – Respondí desconfiada -¿Siempre es así?
-Siempre, es  mejor estar alejada de ella y su pandilla de robots, pero no te preocupes, dentro de unos años te dejara en paz, cuando venga alguien nuevo que pueda sustituirte.
Me quedé un poco desconcentrada, ¿Unos años? No iba a dejarme en paz hasta dentro de unos años, unos años, que alivio. Pensé irónicamente para mis adentros.
-¿Unos años? eso es mucho tiempo.-Dije sonriendo muy falsamente.
-Te doy las gracias. Dijo con una sonrisa que parecía muy sincera.
-¿Por qué? -Dije yo confusa.
-Antes de que tú vinieras ella se dedicaba a complicarme la vida a mí, así que estoy muy agradecida de que por fin me deje en paz. Llegue hace dos años, vine de  Carolina del Sur, aunque veraneaba aquí todos los veranos. Claro que ella los veranos no está, está de vacaciones con su hermano Jack, cómo es una ricachona se pasa todo el verano tomando el sol en una playa privada, tocándose los... ya sabes.-Me contestó.
Esto sí que no me lo esperaba, ¿Cómo era posible que Debora fuera hermana de Jack? ¿Su hermano? Por mucho que intentase imaginármelo, me era imposible.
-¿Porque me mira todo el mundo todo el tiempo?-Pregunté confusa-¿Estoy manchada en alguna parte?-Le pregunté a aquella chica dando una vuelta sobre  mí.
-¿Te ha besado ya?-Preguntó sonriendo.
-¿Besarme?-Pregunté confusa.- ¿Por qué a de besarme?
-Es lo que suele hacer, es algo como una estrategia, todas las chicas que se han marchado tras  él en medio de una clase, todas ellas se han...
-Estupideces-Gritó alguien al fondo del pasillo.
-¿Jack?-Pregunté.       
-¿Me echabas de menos?-Sonrió.
-¿Qué haces aquí?-Pregunté mirando a mi alrededor para comprobar si estaba e profesor por algún lado.
-Leis, guapa ¿No te apetece ir a correr un rato por allí?-Le preguntó Jack a mi nueva conocida sarcásticamente para que desapareciera de allí.
-No me he acostado con ninguna de esas chicas, es más, no he besado a casi ninguna.
-¿Por qué me cuentas esto?-Le pregunté confusa-¿Acaso crees que me importa?-Me hice la dura marchándome en dirección a la puerta.
-Nathalu, espérame, ¿Qué tal te ha ido el  día? Me han dicho que mi hermana ya  se ha presentado-dijo compadeciéndose de mí.- No la hagas mucho caso, le gusta meterse con los nuevos, así demuestra a los débiles que ella es la superior de todas Oye ¿Me puedes hacer un favor?
-¿Un favor a ti? A ti no te debo nada, pero me llamo Nathaly ¿Tan difícil es?
-No, no es difícil pero me gusta más así, Keith ha quedado con mi hermana para ir al cine y me ha invitado, pero  no tengo con quien ir, y tú eres la más normal de por aquí.
-Tienes a treinta chicas corriendo en este gimnasio y vienes a decírselo a la menos indicada.
 - ¿Vienes  o no?-Preguntó Jack con prisas.-No tengo todo el día.
 - ¿Y qué gano yo?-Pregunté haciéndome la interesante.
 -Bueno pues ganas pasar un buen rato conmigo, eso ya es demasiado para ti.-Se regodeo.
 -Jack ¿Es que no comprendes que así no llegas a ninguna parte? ¿No puedes ser un poco más amable?
 -A eso de las 6-Sonrió.-Estate preparada, ¿Vives en Ribers Reich, no? ¿La casa antigua de los Understaus?
-¿Pero quién te ha dicho que voy a ir?-Pregunté gritando, pero  en aquel momento el ya no se encontraba   allí, había desaparecido...
Lose, parece un cuento irreal, ¿Cómo iba a desaparecer? ¿Y qué sé yo?  le perdí de vista supongo, no le veía, o quizás es que Jack es un vampiro y tiene súper poderes. No, la verdad es que prefiero decantarme por la posibilidad de que necesite unas gafas.
Las demás clases pasaron bastante rápidas. En el recreo como de costumbre me senté sola  mientras que los chicos jugaban al rugby en el césped y las chicas les miraban babeando. Yo como habitualmente a media mañana alimentaba mi hambre social mediante un simple sándwich  de jamón York y queso acompañado con un triste   y amargo zumo de naranja.
-Veo que te cuidas.-Dijo alguien. Torcí lentamente la cabeza  y vi a Jack  vestido con la equipación de Rugby.
Sin prestar la más mínima atención  a mí alrededor me dispuse a hablarle.
-No me hables-Dijo Jack.-No he venido a hablar contigo, solo venía a por la pelota.-Señaló debajo del banco.
Miré hacia abajo y allí estaba, esa estúpida pelota con forma de patata.
-Tranquila, no es que sea borde, no quiero que vuelvas a tener problemas con Debora y su pandilla.
Yo seguí mirándole mientras masticaba lo poco que quedaba de mí sándwich.
-Vamos Jack, ¿Por qué tardas tanto? –Gritó alguien por detrás.
-Me voy Nathalu, me echan en falta.-Me dijo con una sonrisa.
-Adiós-Dije en mis adentros.
Cuando estaba a punto de meterme el último trozo de sándwich a la boca me volvió a hablar, pero esta vez lo grito para que todos lo oyeran.
-A las seis, prometo no llegar tarde.
Nunca entendí porque hizo eso, quizás solo era para chulearse un poco, quizás para demostrarme que él no era cómo los demás, o simplemente por cabrear a Debora.


Capitulo 1: Solo una palabra.




Entonces puso su mano derecha en mi cintura, la otra la apoyó sobre mí espalda, su mirada no se desprendía ni un segundo de mí rostro. Todos nos miraban, nadie podía creer  aquello que  estaba  sucediendo. Todas aquellas miradas de nuestro alrededor estaban esperando la respuesta que llevaban buscando  desde hacía mucho tiempo.
Acercó sus labios lentamente a los míos y  me besó.
Después de tanto tiempo besando aquellos labios, después de haber acariciado su cuerpo durante horas, después de todas las lágrimas caídas y las sonrisas forzadas, de los golpes, de las miradas de complicidad, de las peleas y las reconciliaciones. Después de que mi vida diese un giro de ciento ochenta grados por su culpa, de todo lo que habíamos vivido... después de aquel tiempo por fin las palabras  <<Te quiero>> habían adquirido un nuevo significado para mí.
Muchos infravaloraron nuestro amor, yo por mi parte nunca llegue a creer que fuera de verdad... hasta el último momento, aquel momento en el que me di cuenta de todo... Pero bueno, esto es el final de la historia, y creo que debería empezar por el principio.

Me llamo Nathaly Kimbrock, si, lo sé, un nombre poco común para tus oídos. Pero no te preocupes, no soy muy diferente de ti, quizás solo un poco. No pienso, actuó. Claro que eso algunas veces me da muchos problemas.  Me gusta soñar, cerrar los ojos y dejar volar mi imaginación, me gusta poder ponerme los cascos de mí mp4 y entrar en mí otro mundo, aquel mundo que no tiene nada que ver con este. Allí soy la dueña de mis pensamientos, de mis decisiones, hasta puedo decir que podría tener dominio sobre mis sentimientos.
No es que sea distinta, simplemente tengo otra forma de pensar. Durante  años he intentado encajar, he querido ser igual que todas ellas, vestir a la última moda, salir con el chico más guapo del instituto, tener el último modelo de teléfono móvil y tener eso a lo que ellas llamaban “Clase”. No es que se me diera mal, si no que tarde mucho en darme cuenta de que yo no era ese tipo de persona.  Algunos piensan que son afortunados por aquella clase de cosas, tener un coche lujoso, miles de amigos, vivir en mansiones en las que se busca el baño con mapas ilustrados, cosas que no tienen ninguna importancia para alguien que ha encontrado el verdadero significado de la vida.  Pero eso es algo que no se enseña, y lamentablemente se aprende demasiado tarde. No podría explicarlo con palabras  o  señales,  es más,   creo que nadie es capaz de explicarlo, en mi opinión cada persona tiene su verdadera razón de ser, cada persona  encuentra el verdadero significado de lo que es vivir, único e irremplazable para cada uno, yo lo encontré, pero como ya os he dicho, llegue un poco tarde.

Era lunes, sí,  un odioso lunes de clase. Después de una larga noche dando vueltas en la cama como una idiota decidí afrontar mi destino. Abrí los ojos y volví a sentir esa odiosa sensación que  se siente todos  y cada uno de los días en los que te levantas con sueño. Miré a mi alrededor confundida buscando una explicación de lo que estaba ocurriendo, divisé desde la cama el reflejo de la luz que entraba por los huecos de aquella vieja  persiana y entendí que era hora de levantarse.   Extenuada me levanté de la cama e hice  un pequeño horario improvisado en mi mente, el despertador aún no había sonado, el tiempo pasa realmente lento. Jamás entendí el estúpido mecanismo del tiempo, para los que padecen de angustia constante, sufrimiento, resignación o simplemente la horrible enfermedad del aburrimiento,  el tiempo se hace duro, largo, pesado y extremadamente lento, los minutos se convierten en largas horas , los segundos en minutos  y así respectivamente hasta caer en una cadena de interminable  de caos... Sin embargo, los buenos momentos pasan tan rápidamente que uno no se da cuenta, en un cerrar y abrir de ojos el día se hace noche, los minutos horas, las sonrisas se convierten en lágrimas, los bebes en niños, después se hacen adolescentes  y sin darse cuenta alguna se transforman en adultos. El duro ciclo de la vida.

Abrí el armario y cogí mis vaqueros preferidos y una camiseta básica de color azul, se me hacía muy extraño no pasarme tres cuartos de hora buscando el modelo perfecto para ponerme, cada vez me daba más cuenta de cómo las cosas habían cambiado. Acabo  de mudarme aquí con mis padres, bueno mí madre y mi padrastro,  mis padres acaban de  separarse. Él la engañó, ella obviamente se enfureció y  lo demás podréis imaginarlo. No siento resentimiento hacia él por lo que hizo, tampoco me entristezco por el hecho de su separación, creo que simplemente eso es lo que tenía que suceder, no de aquella manera, pero no estaban destinados a estar el uno con el otro. ¿Destino? ya sé lo que estáis pensando, y no, nunca llegue a creer de verdad en el destino, pero de alguna manera u otra la vida me dio una lección, pero sin segunda oportunidad.
Nos mudamos a California hace dos semanas,  nada más que por el simple y típico motivo de un traslado de trabajo. Los jefes de mí madre decidieron que trabajar como azafata en una gran compañía de California sería mejor que ir de guía en  autobús por  los pueblecitos de Dakota. Yo en particular no tuve ninguna objeción, cambiar de aires me vendría bien. Sitio nuevo, casa nueva y por lo tanto vida nueva.
Desayuné rápidamente para que mis padres no me preguntaran cosas típicas como si había hecho amigos ya o si había sacado algún sobresaliente... solo había asistido a clase durante una semana y pretendían que fuese mis California.
En Dakota ir al instituto en bicicleta era algo más normal, por lo menos en el lugar donde yo vivía. Aquí, en California, llevar tu bici al instituto significa volver andando.
Salí por la puerta con algo de entusiasmo, la semana pasada no había sido como yo me la esperaba, pero no podía perder la esperanza.
Llegué al instituto en poco tiempo, tardaba al menos veinte minutos en llegar,  pero este día batí  mi propio récord, quince minutos y cuarenta segundos. Miré a mí alrededor, el aparcamiento de los coches de los estudiantes estaba aún medio vacío. Poco a poco los coches de los niños de papa iban rellenando aquellos huecos, coches blancos, negros, azules, grandes, pequeños, coches nuevos y coches viejos, coches. Un conjunto de mecanismos y piezas  que influían en el cincuenta por ciento de tu posición social.


Miré mi reloj y me preparé. Eran las ocho y veinticinco, solo llevaba aquí una semana pero ningún día había fallado. Entonces vi como entraba aquel coche por la puerta, yo no entiendo mucho de coches pero era imposible no escuchar como las chicas suspiraban por aquel Peugeot rcz color plateado. Parece ser que Keith era un chico muy puntual,  lunes, martes, miércoles, jueves  y viernes, a las ocho y veinticinco minutos,  aparcaba el coche en el número siete de aquel viejo y lúgubre aparcamiento estudiantil.
Miré fijamente hacia su dirección, él me vio y apartó la mirada, sentí como  un escalofrío algo tenebroso recorría  todo mi cuerpo.
Keith aparcó el coche y  al igual que los demás días en aquel mismo momento empezaron las miradas, los cuchicheos y todo el mundo quedó fascinado una vez más por aquel chico.
Cogí el doble de aire que cogía normalmente y las mariposas empezaron a revolotear en mí estómago como si alguien fuese a su caza con una red. Sonreí en mis dentro y esperé impacientemente a que saliera de aquel coche. Keith era el chico más popular del colegio, guapo, valentoso y  elegante. Ostentoso y apuesto, caminaba  con la cabeza bien alta y con rumbo decidido. Lo que sentía ante su presencia es algo indescriptible. Busqué  mi reflejo en el coche que tenía al lado para comprobar que mi pelo estaba perfectamente peinado, no me preocupaba mi aspecto, pero con él era diferente, quería que notara mi presencia, quería hacerle ver que estaba allí, llamar su atención de alguna manera y sentirme alguien importante.

Tenía el pelo rubio  y los ojos de color  verde esmeralda. Su sonrisa destacaba entre las demás, aquellos labios perfectamente esculpidos de color rosado eran deseados por el ochenta  y cinco por ciento de las chicas de este instituto.  Keith vestía con ropa muy moderna, bien elegida, se notaba que su familia ganaba bastante dinero, dinero malgastado que pagaba los estúpidos logos esculpidos en sus camisetas, logos que valían más que el sueldo de muchas personas que trabajaban durante todo el mes para poder sobrevivir.  Pero  él no era como los demás, era diferente, yo diría que tenía algo especial, no sé si era su manera de ser o simplemente aquel brillo en sus ojos, pero era especial.  Su mirada poseía algo que conseguía atraparme, no podía dejar de imaginarme el sabroso sabor de aquellos labios, sus dulces caricias y su peculiar manera de hacerme sentir especial.
Algo obvio en esta situación  y que se me olvidaba comentar es el lugar que ocupa  Débora Bruklin, su novia,  chica o lo que sea que fuese suyo. Guapa  y perfecta ,  destacada por sus tacones de Dior y su  perfume de Chanel , sus peinados diarios de peluquería y la forma odiosa y coqueta que tenía de tratar a todos los chicos de este instituto.

Dejé de montarme mi cuento de hadas en la cabeza al oír el timbre que marcaba la entrada. Caminé despacio por los pasillos hasta la clase del señor Coleman. Por mucho que ya hubiese pasado una semana desde mi llegada, todos me seguían mirando como el primer día. Al principio creí que era algo extraño, que era por mi pelo o por mi forma de vestir, después de unos cuantos días me acostumbré a estar rodeada de todas aquellas personas con la mirada fija en la chica nueva del instituto. Cuando entré casi todo el mundo estaba sentado, nadie advirtió de mí presencia, algo había cambiado, cada uno estaba a  lo suyo, en cada pupitre estaba sentada una persona, cada  persona con un sentimiento distinto, en cada mirada  un secreto, secretos que nadie estaba dispuesto  a contarme. Me senté en el único pupitre que quedaba libre, a mí lado se sentaba la mejor amiga de Débora,  tenía un nombre muy raro,  nunca me acordaba de él... ¡oh sí! Florentine, totalmente anglosajón,   todos la llamaban Flor, era otra mosquita muerta como Débora, un poco más fea, pero en el fondo igual de víbora. Supongo que no hace falta mucho describirla, todos conocéis a alguien así, la segundona, criada de la serpiente alfa, la perrita faldera que hace el trabajo sucio, en resumen, la asistenta personal de Débora.
 Keith  parecía  un chico  inteligente, propio que cuando está a solas con su chica es un romanticón y delante de sus amigos se hace el duro. Aquí en el instituto, era el chico malote y chulo, al que todos respetaban, ese tipo de chico que todos quieren tener por amigo. Posteriormente me di cuenta de que no era igual a los de su especie,  no era ese tipo de chico que se chuleaba delante de todos por sus  remarcados bíceps y su chupa de cuero,  físicamente sí, pero en cuanto a personalidad se le veía amable y simpático, caritativo y poco superficial, en pocas palabras  y dejando las descripciones novelescas de lado, Keith era lo más cercano a un hombre perfecto, por lo menos desde mi punto de vista.
El señor Coleman tardó poco en llegar, se sentó en su silla y empezó la clase.
La verdad que la idea de mudarse en el tercer trimestre había sido un poco mala, pero con las enormes ganas que tenía de marcharme de aquel lugar no me importó. El nivel de enseñanza de California era superior al nivel que teníamos en Dakota, pero poco a poco  y con mucho esfuerzo conseguía entender  las extrañas fórmulas de química.
-Señorita Nathaly Kimbrock ¿Me podría decir cuál es el número atómico del ácido sulfúrico?... Kimbrock... ¿Se encuentra usted bien?... vuelva  a clase... Satélite llamando a Nathaly... ¡Ya está bien!
- ¿Sí señor Coleman?-dije con una sonrisa muy falsa, - lo siento, es que estaba pensando en otra cosa, no volverá a suceder.
-¿En que estabas pensando Nathaly, en tus fantasías con Brad Pitt?- Dijo Jack en un tono muy burlón.
Este que acaba de hablar es Jack Ryan, el mejor amigo de Keith, sí,  un patético y absoluto imbécil, el idiota que siempre tiene algo que decir, entre comillas “hacer la gracia”, pero que  no la hace en absoluto. No sé cómo puede ser amigo Keith, no parece pertenecer a su mundo. Jack iba siempre despeinado, caminando como si fuera el rey del mundo, su atractivo era  poco  peculiar,  sexy y misterioso, típico chico que se tiene por amante, no  aquel con el que disfrutas de las cenas ni las películas empalagosas de los domingos sino aquel con el que te escapas por la ventana de tu casa para asistir a alguna fiesta de barrio bajo o algún concierto de pop basura. Él era espontaneo, una persona con la que no podías hacer planes,  amigo de todos pero a la vez de nadie, una persona que siempre está en el momento oportuno en el lugar adecuado, chico malo al que todos temen.
-Jack ahora mismo al despacho del director.
-Pero señor Coleman si no... -dijo Jack muy confundido.
-¡Al despacho del director!-Contestó el profesor enfurecido.
- ¿Y ahora qué? ¿Quién soñaba con Brad Pitt?-le dije en un tono bastante sarcástico y burlón lamentando al segundo mi metedura de pata.
-Señorita Nathaly, usted le acompañará. -Sonrió el profesor.
-Pero sí yo... Si no he...- Intenté excusarme.
-¿Alguien más?, ¿Queréis que siga castigando? -Se hizo un silencio muy incómodo – bueno, entonces abrid los libros por la página…
-Señor Coleman, no puede enviarme al despacho del director, si no la he dicho nada, simplemente no es bueno para ella distraerse tanto en clase.-Le cortó.
-¿Jack me vacilas?-Pregunté.
-Os he dicho que vayáis al despacho del director, no sé qué hacéis todavía aquí, ¿Queréis que os acompañe?-Dijo furioso el señor Coleman.
-Muy bien Jack, mira lo que has conseguido.-Le  dije enfadada como si le conociera de toda la vida.
-¿Yo?-Preguntó.
-Señorita Kimbrock, le aconsejaría dejar de juntarse con el señor Ryan, no es una buena influencia para usted. No quedara nada bien en su expediente escolar que a la segunda semana de su llegada haya visitado el despacho del director.-Me aconsejó el señor Coleman.-Ahora marchaos chicos, no temas Nathaly, el señor Ryan se conoce el camino del despacho del director perfectamente.-Dijo el señor Coleman burlándose del mal comportamiento de Jack.
Pensé que en ese momento toda la clase comenzaría a burlarse de Jack, pero no se oyó ninguna risa, ni siquiera un pequeño murmullo.
-Fieles alumnos, abrid el libro por la página ciento ochenta y siete, Señor Alan-Dijo el profesor con una voz repugnante- lea usted- El señor Coleman prosiguió con la clase como si nada hubiese pasado.

Confusa debido al extraño suceso que acababa de vivir, cogí mis cosas y seguí a Jack al despacho del director.


Chat suprimido por suplantación de personalidad hasta nuevo aviso.

Cerró los ojos, y lanzo la llave lo mas lejos que pudo.