Una chica como otra cualquiera,
El chico mas popular del instituto,
Un mundo totalmente diferente que les separa.

25/7/11

Capitulo 18: ¿Cara o cruz ?


-¡Keith para!-Exclamé.
-Lo siento, no quería ofenderte.
-¡No, que pares el coche!-Le grité.
-Nathaly, ¿Qué esperabas?
-¿Qué que esperaba?-Repetí indignada.
-Sí, ¿Qué esperabas?  ¿Esperabas que me callara durante toda la vida?, Nath, sabes perfectamente lo que siento por ti.
-¿Por qué ahora?-Pregunté con un susurro.
-Por que le vas a elegir a él.
-Keith eso no tiene sentido.
-Si lo tiene, tú ya sabes lo que siento por ti, eso es lo que quería, no le estoy haciendo daño a nadie excepto a mí.
-Keith-Dije sollozando.
-No, Nath, no llores.
¿Os han dicho alguna vez que es mejor pensar antes de actuar?, seguramente pocos de vosotros habréis hecho caso a aquella expresión. Sin pensarlo ni un solo segundo, según esa idea vino a mi mente, miré a Keith y con todas mis fuerzas   y mi rabia le golpee en la cara. Keith pego un frenazo. Allí estábamos en medio de la autovía. Los coche de atrás tocaban su claxon, algunos pasaban como podían y soltaban todo tipo de insultos por su ventanilla. Otros simplemente miraban atónitos como si se tratase de alguna película.
Keith me miraba azorado  pidiéndome con la mirada una explicación, yo no sabía que es lo que me había empujado a pegarle. La sangre empezaba a brotar lentamente de su labio superior, Keith no se lo pensó dos veces, antes de que cayera la primera gota se limpio con la manga de su jersey.
-¿Esto es todo lo que tienes que decirme?-Preguntó.
-No, podría pegarte toda la noche ¿Sabes? podría gritarte, empujarte, podría hasta matarte si yo quisiera. –Le grité.
-¿Tanto te ha molestado que te dijera la verdad?
-Te odio Keith, no quiero hablar más contigo.
Abrí la puerta del coche decididamente y salí. Cruée corriendo la carretera  y volví la mirada hacia atrás.
-No puedes odiarme por decirte la verdad-Gritó Keith desde el coche.
-Tú no lo entiendes- Le respondí.-Ahora eres tu el que no entiendes-Sollocé.
-Nath vuelve al coche.-Volvió a gritar.-¿Estas chalada o que?
-Puedo llegar sola a casa-Exclamé con un susurro. Seguramente él ni siquiera pudo oír mis últimas palabras. 
Caminé por la autovía hasta llegar al Golden Gate, el puente más famoso de California. Me senté en la acera de aquella grandiosa estructura y miré hacia el horizonte. El sol, poco visible, estaba a punto de ponerse. Las nubes que antes nos habían deleitando con una molesta lluvia se estaban despejando y dando paso a la noche. Las primeras estrellas de la noche estaban empezando a salir.
Confusa caminaba sin rumbo alguno, por mi cabeza pasaba todo tipo de información.
Yo no estaba enfadada con Keith, estaba molesta, me sentía engañada. Saqué mi teléfono móvil del bolsillo,  y allí estaban, trece llamadas perdidas de Keith. Pulse la tecla de ignorar  y volví a encender el sonido.
Al rato de encender el sonido sonó mi móvil, yo dispuesta a volver a ignorar la llamada me percate que esta vez la que me llamaba era mi madre.
-Hola mama-Dije con una voz un poco falsa.
-Nathaly Kimbrock ¿Dónde te metes?-Preguntó furiosa.
-Pues estaba de camino a casa-Mentí.
-¿Con quién estas?
-Con Debora mama, una amiga.
-No tardes, quiero que hoy cenes en casa, desde que llegamos aquí parece que vives con esa chica y sus amigos.
-De acuerdo mama, no tardo.
Arrepentida de lo que había dicho no tuve otro remedio que llamar a Debora.
-Hola chica del alzhéimer. ¿Qué quieres?
-¿Dónde estás?-Pregunté.
-Lejos, ¿Qué quieres?-Volvió a preguntarme.
-¿Puedes venir a recogerme al puente de San francisco?
-¿Qué diantres hace allí?-preguntó intrigada.
-Es una larga historia.-Contesté.
-Estoy en diez minutos.
-Gracias.
-No te acostumbres.
Debora no tardo mucho en llegar, podría decir hasta que tardo menos de diez minutos. Cuando paró el coche  y decidí montar ella salió. Llevaba puesto un precioso vestido de color rojo, a juego sus zapatos de Dior.
-Espera, demos un paseo.-Dijo.
-Aquí no puedes aparcar.-La dije.
-Aquí no puedes aparcar-Me repitió haciéndome burla.-Venga Nath, no me dirán nada.-Dijo mientras que sacaba un cigarrillo de su bolso  y  lo encendía.-Oh, que maleducada, perdón, ¿Quieres uno?
-No fumo gracias.
-Eso no significa que no quieras uno.
La mire un poco desconcertada, me parecía increíble que la pija de Debora fumase.
-Dame uno –rectifiqué.
Debora extendió la mano y me dio un cigarrillo. Nunca antes se me hubiera ocurrido la estúpida idea de fumar, siempre lo he visto como una estúpida actividad sin ningún sentido.
Cogí el cigarrillo y lo encendí .Al principio tuve un poco de miedo, luego decidida sin pararme a pensar me lo lleve a la boca. Si, ya esta, ahora ya le tenía en la boca. ¿Que se supone que debía hacer?
-Nathaly, ¿No has fumado nunca verdad?
-No-Contesté mientras que me sacaba el cigarrillo de la boca.
-Aspira, trágate el humo, no es tan difícil.-Me dijo.
Volví a meterme el cigarrillo en la boca e hice lo que Debora me había dicho. Al principio no note nada, pero en cuanto el humo de aquel horrendo cigarrillo entró en mis pulmones la tos se hizo dueña de mi cuerpo. No lo sé con exactitud, pero creo que estuve tosiendo y ahogándome durante cinco minutos seguidos.
-No sé cómo puedes tragarte esto.-Le dije a Debora como pude mientras mi cigarrillo se ahogaba en el océano pacifico.
-Novata.-Contestó mientras que me guiñaba un ojo.
-Qué asco, ahora apesto a esto. Mi madre me matara.
-Joey, Jean Patou.
-¿Qué estás diciendo?-pregunté.
-De verdad no se dé que agujero negro has salido. Extiende las manos.-Me ordenó.
Un poco atontada extendí las manos sin rechistar. Debora sacó de su bolso un bote de perfume y me pulverizo las manos.
-Es uno de los perfumes más caros del mundo, esta creado con diez mil flores de jazmín y trecientas rosas búlgaras, el bote es de cristal Baccarat, La marca Joy introdujo este perfume al mercado en 1930, posicionándose como el más caro del mundo por muchos años.
-Debora en ocasiones me dejas anonadada, te sabes la estúpida historia de un perfume y no eres capaz de aprenderte las fechas de la segunda guerra mundial.
-Estas equivocada, muy equivocada. En historia tengo un nueve con cinco. Tengo un acuerdo con el profesor para que no diga mi nota en clase, no pienso hundir mi popularidad siendo el cerebrito de clase, mona.
Yo solamente la miraba, no la contesté en ningún momento, no tenía nada que decirla, estaba muy sorprendida.
-¿Vienes mañana al centro comercial a comprar los vestidos para el baile?-Me preguntó ilusionada.
-¿Vestidos para el baile?
-Claro, Jack me dijo que irías con Keith.
-Ah si, el baile. Todavía no se si iré-
-Claro que irás .No voy a permitir que Keith lleve a ninguna otra al baile.
-¿Por qué te importa tanto?
-Aunque no lo creas siempre he estado enamorada de él. Siempre me ha importado.
-Yo no puedo ir al baile con Keith.
-¿Por qué? Eres su mejor amiga, sois como hermanos.
-Debora enserio no…
-Irás al baile con Keith.-Me cortó-Compraremos un vestido precioso, nos haremos la manicura francesa e iremos el día antes a la peluquería.
Pero qué narices me estaba contando esta chica, ¿Manicura francesa? ¿Peluquería? ¿Dónde me he metido? Yo la miraba atónita mientras que me seguía contando sus increíbles planes para la semana que viene. Planes que solo de escucharlos ya me daban miedo.
-¿Para qué quieres ir a exfoliarte la piel? Debora va a ser solo un estúpido baile.
-Vámonos, quiero llegar antes de que empiece mi programa favorito, monta en el coche.
Durante el viaje tuve que escuchar una poco interesante conversación de por qué se habían peleado Florentine y Debora. Me dió los detalles exactos de cada segundo de su pelea, parecía un presentador de noticias presentando un trágico asesinato.
-¿Qué tal esta Lúa?-Me preguntó.
-No lo sé, hoy no he ido a verla.
-Yo he hablado  esta mañana con Leo, parecía muy contento.
-La verdad es que me lo he cruzado en el hospital pero no he podido saludarlo como hubiera querido, solo intercambiamos un “hola”.
Sin darme cuenta poco a poco Debora empezaba a caerme bien, tardamos poco en llegar a mi casa, aparcó  y volvió a pulverizarme de arriba a abajo con su perfume.
-Por si acaso-Me dijo.
-Gracias.
-¿Vendrás mañana de compras?-Me preguntó con la esperanza de que dijera que sí.
-Si no hay otro remedio-Sonreí
-Nos lo pasaremos bien, no siempre muerdo novata.
-Eso parece, hasta mañana Debora.
-Adiós novata, hasta mañana.
Entré en casa y estaba todo apagado, en la cocina, bajo la tenue luz de una lamparita había una nota.
-Nath, dijiste que llegarías pronto, hemos cenado y nos hemos acostado, mañana me marcho a las seis a un largo viaje de negocios, cuando llegues despiértame. Quiero hablar contigo. Mama.
Al principio pensé en no despertarla, pero luego no lo dude ni un segundo  y decidí despertarla. Mi madre se levantó sin ningún problema y me dijo que la esperara en el salón. Me senté en el sofá y la esperé. A los pocos minutos apareció con un cuaderno, se acerca a mí y se sentó.
-En este cuaderno te he apuntado todo, mis horarios, mis teléfonos y en que sitio estaré cada día, me voy tres semanas. Rain  vendrá los fines de semana, como siempre. Tienes el teléfono de la abuela y el de tu padre te lo sabes de memoria. He hecho la compra, tendrás comida aproximadamente para medio año, Nathaly, confió en ti. No sé qué te está pasando últimamente, estás distinta hija, me empiezas a preocupar.
-Mama yo solo…
-Shh, cállate y escucha. Tu padre me llamo ayer, quiere que te vayas este verano de vacaciones con él durante dos meses. Se va a Francia, por trabajo y quiere que vayas con él. Decidas lo que decidas hija quiero que sepas que es decisión tuya y no de él. ¿Entendido?
-Mama, esto es demasiada información para mí en tan poco tiempo.
-Lo superaras. La lavadora esta puesta, cuelga la ropa que se lave y pon la siguiente, la secadora ya sabes cómo se utiliza. Ten cuidado con la plancha, no te olvides de apagarla.
-Mama, se hacer todo eso perfectamente. Ve, no te preocupes, son solo tres semanas.
-Voy a dormir, mañana me espera un largo viaje. Que sea la última vez que llegas tan tarde.
-Claro mama.
Subí las escaleras despacio para no hacer más ruido. Cuando estaba a punto de acostarme, ya con el pijama puesto, sonó mi teléfono. Me acerque rápidamente a la mesilla y lo cogí, nadie me había llamado, solo era un mensaje de texto. Al principio  pensé en ignorarlo ya que a esas horas solo llegaba publicidad, pero luego me decanté por leerlo.
-Nath, soy yo. Veo que no quieres hablar conmigo, pero no pierdo la esperanza. Necesito que hablemos .Por favor baja un momento al porche de tu casa. Si no bajas lo entenderé. Serán solo unos minutos.
Me acerqué a la ventana y miré, allí estaba su coche, como siempre, aparcada debajo de aquel enorme roble.
Si esto me hubiera pasado hace unos diez años hubiera cogido una moneda y ella hubiera decidido por mí. Al ser un poco más mayor y tener que demostrar eso a lo que llaman “madurez” tuve que bajar. Cogí mi bata  de corazones azules y baje hacía abajo.
Abrí la puerta lentamente  y allí estaba, Keith Seller.
-Has bajado.-Susurró.
-Por educación.
-¿Por qué estas tan molesta conmigo? Fuiste tú la que me enseñaste a no guardar los sentimientos dentro, a dejarlos salir.
-Creo que no tengo derecho a reprocharte nada, pero te has equivocado de momento.
-El amor no entiende de tiempo.
-Pero tú deberías.-Contesté.
-Lo siento de veras. Pero necesitaba hacértelo saber. No iba a aguantar ni una noche más sin dormir, no podía seguir mirándote a la cara y ocultándote esto.
-Siento haberte pegado.-Dije disculpándome.
-Eso quizás me lo merecía.
-Quizás.
-Porque te importa tanto, tu estas con Jack, estas enamorada totalmente de él. ¿Porque  te importa tanto?
Intenté esquivar esa pregunta cómo pude, baje la cabeza  y procure desviar la mirada de los ojos de Keith, intente ocultar lo evidente.
-¿Por qué te importa tanto?-Volvió a repetir.-Contéstame-Gritó.
-No tengo por qué contestar.-Le dije.-Baja la voz, despertarás a mi madre y posiblemente a medio vecindario.
-Bien, no nos moveremos hasta que me contestes.
Nunca en toda mi vida había visto a Keith de esa manera, nunca le vi tan furioso, tan intrigado por saber una respuesta. Cuando creía que ya no podía ser peor, volvió a sonar mi teléfono.
-Oh no, es Jack.-Dije.
-Contéstale.-Exclamo Keith.
-Vete por favor. –Le rogué.
-No me iré hasta que me contestes.
-Vale, pero silencio.
-Mire una vez más a Keith y descolgué el teléfono.
-Hola Jack ¿Qué pasa?
-Nada, solo quería desearte buenas noches.
-Gracias bobo, pero no hacía falta.
-Sí que la hacía, ¿te he despertado? –Preguntó preocupado.
-No claro que no. Estaba despierta. –Contesté.
-¿Dónde estás?-Preguntó intrigado.
-En casa, donde voy a estar.
-Oigo la carretera Nath.
-Sabes que por mi calle pasan muchos coches.
-¿Por qué me mientes?
-No te estoy mintiendo, ¿Por qué iba a mentirte?
-No lo sé contesto, dímelo tu.
Entonces me di cuenta de que su última contestación había sonado demasiado cerca, como si estuviera justo a mi lado. Miré a Keith  y vi en sus ojos que algo no iba bien. Intenté estudiar la situación lo más rápido que pude, pero no cabía ninguna duda de lo que estaba ocurriendo. Colgué el teléfono y me di lentamente la vuelta.
-¿Qué haces aquí Jack?-Pregunté intrigada.
-Pues ya ves, cosas de la vida.
-¿Y tú Keith, que haces aquí?-Preguntó Jack.








Chat suprimido por suplantación de personalidad hasta nuevo aviso.

Cerró los ojos, y lanzo la llave lo mas lejos que pudo.